La pregunta que encabeza este libro no tiene una contestación senci­lla. Hay muchos motivos para redactar y, en ocasiones, aquéllos que tiene el creador y los que le atribuyen los lectores no son coincidentes. Así, va a haber que dejar claro qué me ha llevado a emprender esta aven­tura y, sobre todo, va a haber que mentar lo que de ninguna forma he pre­tendido, si bien en ocasiones el tono categórico, o bien por lo menos apasio­nado, pueda inducir a meditar lo opuesto. Pese a que el título del libro es La práctica educativa. De qué forma educar, mi pretensión no es, naturalmente, decir la última palabra so­bre el tema. Por otra parte, no creo que lo pueda pretender ninguna obra de estas peculiaridades. El campo de la intervención pedagógica es tan rico, tan complejo y tan activo, que provoca la discusión y el discute entre posturas en ocasiones coincidentes, en ocasiones oponentes. El libro in­tenta plantear ciertos criterios que contribuyan a articular una prác­tica tan reflexiva y congruente como lo dejen las condiciones presen­tes en un instante determinado. Asimismo desea ofrecer elementos que permitan el análisis de dichas condiciones y, en caso preciso, que asistan a alterarlas en un sentido determinado. No es un libro sobre técnicas de instruir, mas tampoco desea limi­tarse al enunciado de principios generales. Los dos aspectos son impor­tantes, mas el libro que tenéis en vuestras manos no pretende ser ni una cosa ni la otra. En verdad, desea enseñar que la resolución de los pro­blemas que plantea la práctica educativa demanda el empleo de unos referen­tes que dejen interrogarla, al unísono que den los factores para las resoluciones que se deban tomar. Es un libro práctico pues se encarga de los inconvenientes que produce la práctica y por el hecho de que los aborda desde unos marcos que, a mi modo de ver, asisten a darles el auténtico sentido que poseen; de esta manera, asimismo tomamos conciencia de su importan­cia, de la trascendencia de ciertas opciones, del papel que tenemos como enseñantes. Con relación a esta última consideración, el libro una parte de la idea conforme la que los enseñantes, con independencia del nivel en que traba­jen, son profesionales que deben diagnosticar el contexto de trabajo, tomar resoluciones, actuar y valorar la pertinencia de las actuaciones, a fin de reconducirlas en el sentido conveniente. Si no se admite que la fun­ción enseñante implica estas y otras competencias del mismo modo complejas, el alegato que se marcha edificando en lassiguientes va a ser total­mente ininteligible. El convencimiento de la complejidad de la labor de instruir es lo que me ha llevado a redactar este libro, y lo que me ha movido a proporcionarle un enfoque determinado es la certidumbre de que dicha complejidad no puede superarse con contestaciones simples. En lo que se refiere al enfoque, en cierta forma el libro podría considerarse como un epitomo, por el hecho de que aparecen ideas generales sobre ciertas variables que inciden en la enseñanza que termina llevándose a cabo en un sala. Para tratar cada una de dichas variables con la profundidad recomendable se precisaría un libro en verdad, varios, pues asimismo habría distintas opciones de análisis. : Prólogo1. La práctica educativa. Unidades de análisis2. La función social de la enseñanza y la concepción sobre los procesos de aprendizaje. Instrumentos de análisis3. Las secuencias educativas y las secuencias de contenido4. Las relaciones interactivas en clase. El papel del profesorado y del alumnado5. La organización social de la clase y la distribución del tiempo y el espacio6. La organización de los contenidos7. Los materiales curriculares y otros recursos didácticos8. La evaluaciónEpílogo