La veleta de Gastizar forma una acción que sigue en Los caudillos de mil ochocientos treinta y que se refiere, ante todo, a la conocida tentativa del general Espoz y Mina, de entrar en España por Vera y rebelar a sus paisanos contra el régimen absolutista. La expedición fracasó tajantemente. Cara mil novecientos doce o bien mil novecientos trece en Vera había ancianos que tenían recuerdo de ella y Baroja pudo recoger de sus labios ciertos pedazos de canciones, realistas o bien liberales, que mencionaban a Mina y a sus gentes. Conocía asimismo de memoria los pasos de Francia a España. Mas para situar la acción en su medio político, consideró mejor centrar el relato en el País Vascofrancés y en una mansión de determinado señorío: Gastizar. Esto le dio pie para intentar la situación de Francia en una data tan definitiva como la de mil ochocientos treinta y para dibujar una serie de personajes que representaron las distintas situaciones y también ideologías en enfrentamiento. Además de eso, La veleta de Gastizar tiene un ingrediente romántico de historias amorosas, que encaja realmente bien con el espíritu de la temporada y que revela la familiaridad del prosista con la enorme novela francesa de la primera mitad del siglo XIX y con otras obras literarias de exactamente la misma época: memorias, correspondencias, análisis sicológicos. La participación de Aviraneta en este episodio es un tanto imaginaria: mas se entiende que Baroja, avecindado en el pueblo que sirvió de escenario a su triste resultado, se dejara alguna licencia, tolerada a todo autor de novelas históricas. A juicio de bastantes lectores, los volúmenes de las Memorias de un hombre de acción que se refieren al periodo de mil ochocientos treinta a mil ochocientos cuarenta, comenzando por este, son los mejores desde la perspectiva de la acción trágica y como reconstrucciones de entornos