Concebido cara los años cincuenta y preparado para publicarse en los primeros sesenta, el texto de Anthony Burgess implica una historia alternante entre el entretenimiento y el sarcasmo. Como remedo imaginativo de viejas fórmulas escenográficas y de la proyección de mitos paganos en el planeta moderno, Burgess juega sobre todo con el lenguaje y atrae al lector por el ingenio de diálogos sorprendentes y rebosantes de humor. En una Inglaterra usual, afable y tópica en sus rituales establecidos, ubica el escritor la acción de este libro. El pretexto de la divagación de Burgess lo forma el compromiso marital de Diana y Ambrose, 2 jóvenes sin mayor relieve. El padre de la novia ha recibido una partida de esculturas que debe repartir en el jardín. La de Venus, única que escapa a la vulgaridad de las sobrantes, cobra vida y cierra la mano cuando el anillo de compromiso le resulta deslizado en el dedo, como por ejercicio anterior a la liturgia del siguiente día. Nada es exactamente lo mismo desde ese momento y se afirmaría que un aura sobrenatural y pagana se ha apropiado del familiar planeta frecuente del padre de la novia, Benjamin Drayton, y de sus amigos. Todo volverá a la normalidad, mas todo hubiese podido ser de otra forma (o bien todo puede soñarse distintamente), además del relieve que proporciona al amor físico Anthony Burgess. Enlazando de modo magistral con la comedia de principios del siglo veinte, en concreto con las imposturas que en los años anteriores a la segunda guerra mundial se representaron en el Aldwych Theatre de la ciudad de Londres, el prosista logra un entretenimiento sutil y atrevido que desenmascara la película de los imponderables sociales. Tan persuasiva como desopilante, forma una amenidad continuada para el lector