Leyes De Mercado Richard MorganLa aún escasa bibliografía de Richard Morgan (Londres, R. Unido, mil novecientos sesenta y cinco) no ha dejado de llamar la atención desde su primera novela. Carbono perturbado (dos mil dos, publicada por Minotauro en dos mil cinco) ganó el Premio Philip K. Dick de dos mil tres y recibió notables encomios que se extenderían a las otras 2 novelas protagonizadas por el detective Takeshi Kovacs. Morgan se hallaba cómodo en esta línea de trabajo, donde además de esto tenía prestigio y reconocimiento; salió de ella por vez primera con la pretensión de llegar a afianzarse como escritor en dos mil cinco. Los nervios del reto era muchos y eso se apreció en los bandazos iniciales del proyecto que, empezado con la pretensión de ser una novela breve, llegaría a tener la manera de un guion cinematográfico –nunca llevado no obstante al cine o bien publicado en este formato y que terminaría viendo la luz por último como su cuarta novela de cienciaficción.Leyes de mercado (dos mil cinco, publicada por Gigamesh en dos mil seis) recibió, de nuevo, elogiosa atención. Morgan presentaba un texto peligroso, complejo, donde procuraba encarar el siempre y en toda circunstancia bastante difícil objetivo de hacer de la cienciaficción una herramienta de análisis y crítica social. En el texto se opta por un estilo tradicional en la construcción del contexto, en determinado sentido cercano a otras obras de crítica social y económica como Mercaderes del espacio de Pohl y Kornbluth (mil novecientos cincuenta y dos, publicada por Minotauro en dos mil ocho) o bien Metropol de Walter John Williams (mil novecientos noventa y cinco, publicada por Bibliópolis en dos mil seis) o bien Crash de J. G. Ballard (mil novecientos setenta y tres, publicada por Minotauro en dos mil ocho).No en balde, estamos frente a un planeta donde las compañías ejercitan con plena libertad su control sobre la organización política y social, mientras que los estados obedecen a las compañías que financian su estabilidad (o bien inestabilidad), al unísono que extraen de ellos rentabilidades y beneficios. Las multinacionales, sin más ni más interés que el del capital y sin más ni más solidaridad que la rigurosamente corporativa, disputan su particular dominio tanto en el terreno de las guerras/revoluciones/revueltas como en el de las carreteras. La hipercompetencia y el canibalismo representan su mayor atrocidad en intensos duelos de turismos disputados a vida o bien muerte. Los empleados corporativos aspiran a llegar como mucho alto en sus empresas a costa del exterminio físico del resto contrincantes –sean compañeros de empresa o bien no, mientras que su reconocida habilidad en el homicidio en 4 ruedas los transforma en héroes populares llamados “zektivs” (la idea de los asesinos sobre ruedas fue esbozada previamente por Harlan Ellison en su relato Durante la senda panorámica, publicado en español por primera vez en mil novecientos setenta y dos en el número monográfico dedicado al autor por la recordable gaceta Nueva Dimensión).Chris Faulkner es uno de estos “zektivs”. Ya antes empleado de una empresa media de inversiones llamada Hammett McColl, su creciente popularidad tras matar en el asfalto a una historia legendaria de las carreras asesinas como Edward Quain lo ha llevado a fichar por una de las mayores empresas globales: Shorn Associates. En su mastodóntica estructura, Faulkner trabaja en “Inversión en Conflictos”, el departamento responsable de examinar la estabilidad de los estados o bien zonas económicas y efectuar apuestas por sus regímenes o bien alternativas: pagando armamento, imponiendo políticas públicas, asesinando impunemente a gobernantes… No obstante, su meteórico ascenso como mucho alto desde lo más bajo, puesto que Faulkner ha crecido en las “Zonas” o bien suburbios más peligrosos de la ciudad de Londres, no agrada al mundo entero. Entre los asociados de la compañía, Nick Makin o bien Louis Hewitt le miran como un infiltrado, una persona extraña a su estatus y su poder y su planeta. Mientras que, en su favor cuenta solamente con el empleado de Shorn Associates Mike Bryant y su mujer Carla Nyquist.Aunque pueda parecer una novela de extremos que se encaran, de buenos y malos –y en un primer instante lo es, por el hecho de que precisa serlo pronto se transforma en una novela de reflexión moral y ética sobre el embrutecimiento humano, la atrocidad o bien la inhumanidad derivada de la imposición de los valores del capitalismo. Faulkner tiene unos orígenes humildes y, en consecuencia, conoce tanto las miserias que produce el sistema en el que vive como la dureza de aquello indispensable para llegar a ganar el estatus y situación que ostenta. Su entendimiento de ello lo ha llevado a casarse con Carla, con quien comparte en un inicio un proyecto de vida y una visión del planeta, mas la llegada a Shorn Associates y el contacto con el enorme poder que puede desplegar desde su despacho empiezan a mudarlo y, con esto, asimismo su relación con el resto personajes. Y está acá, en la dirección del cambio de los personajes y las causas que lo explican, donde la novela tiene su centro de masa.Los diferentes niveles de alegato, desde el general sobre el conjunto del sistema sociopolítico, hasta el particular relativo a las relaciones personales y de qué manera se marchan estropeando, confluyen en el alegato humanista. Un mensaje articulado en la novela mediante una ecuación en la que el grado de humanismo resulta de la relación entre aquello que somos capaces de hacer y aquello que deseamos conseguir; cuantos menos límites ponemos a los dos factores probamos una menor humanidad. La crítica de Morgan al capitalismo y a la organización social basada en la hipercompetencia nos afirma que, al situar el egoísmo, el interés, y el poder desaforados en el centro, los límites garantes del humanismo se borran o bien desaparecen: somos poco a poco más capaces de hacer más cosas (con independencia de su bestialidad) por la perspectiva (que no la posibilidad) de lograr poco a poco más cosas. Ahí es cuando crueldades como las hambrunas, el apetito o bien la miseria, se permiten y/o justifican, suprimiendo el compromiso del humano consigo y con el resto.Morgan opta en Leyes de mercado por un terreno general identificable para el lector por medio de su conexión con referencias tradicionales, mas asimismo realiza una escritura completamente original en lo que se refiere a la composición de las tramas, la preparación de los personajes y el discurrir de los diálogos. Para estos aspectos resulta indispensable conocer, puesto que aporta información esencial de sus virtudes y defectos como escritor, su experiencia como argumentista de novelas gráficas con Marvel y de juegos con Electronic Arts. El contexto familiar facilita la introducción de elementos originales enriquecedores que, al final, dotan de dificultad, intensidad y originalidad a la novela.El londinense Richard Morgan, en una fotografía de dos mil ocho, a lo largo de una convención en Zagreb (Croacia).Así, estamos advertidos sobre el inusual manejo de Morgan con respecto a la composición escénica, el ritmo narrativo y el diálogo. Leyes de mercadomuestra un carácter fundamentalmente visual, donde por medio de la letra podemos asimismo acceder con sencillez a la imaginación de escenarios, de lugares, de situaciones o bien, aun, el sitio en el espacio que ocupan los personajes. La historia se mueve a una velocidad mareante. El estrellato total de Chris Faulkner deja transiciones fluidas entre personajes, tiempos y tramas. Mas sobre todo es el diálogo con lo que la lectura gana fuerza. Los chispeantes tomaydaca entre Faulkner y el resto, con réplicas de una contundencia insólita, facilita una lectura apremiante, prácticamente deseosa. Con una guinda del pastel que es un razonamiento con giros, sorpresas y cambios de ritmo que lo hacen imprevisible, aportándole una dosis extra de lozanía.En el lado del debe, Morgan prosigue mostrando una buena habilidad para la construcción de personajes masculinos bien precisados mas no para los personajes femeninos, que en esta novela tienen además de esto una notable relevancia. Ni la mujer de Faulkner, ni la asociada Louise Hewitt, ni la cronista Liz Linshaw, consiguen una personalidad propia alén de su relación con Chris; un déficit atractivo si las equiparamos con personajes menos relevantes como el asociado de Shron Associates Jack Notley o bien Erik Nyquist (padre de Carla). Además de esto, en la construcción del mensaje sociopolítico, Morgan incurre de vez en cuando en alegatos o bien monólogos sobre la economía liberal o bien la política humanitaria que resultan impostados y artificiosos; especialmente si tomamos en cuenta que estas técnicas no son una incesante narrativa en la novela. 2 inconvenientes con poca relevancia en el conjunto, mas que llaman la atención a lo largo de la lectura.Leyes de mercado tiene la virtud de entremezclar con habilidad esquemas tradicionales y elementos originales para edificar una novela mareante sobre la naturaleza humana y las amenazas que sobre ella vierten los valores y las actitudes propias del capitalismo exacerbado. De las mejores novelas de un autor que, libro a libro, se gana un espacio en la cienciaficción y a quien los lectores aguardamos con interés y sorpresa con cada nueva publicación. Por el hecho de que, y esta es quizá la característica más talentosa de Richard Morgan como autor, no existe género o bien subgénero donde parezca no tener ganas de entrar para comprobar o bien remover los cimientos de la ficción. Una escritura valiente que se goza en Leyes de mercadocon intensidad y gozo