El séptimo tomo de las Memorias de un hombre de acción está constituido por una serie de relatos sueltos, que justifican de sobra el título de Los contrastes de la vida pues se desarrollan en campos y entornos muy distintos. Aviraneta, tras el hundimiento de la causa liberal en mil ochocientos veintitres, y viéndose perseguido en España, emprende un viaje que le va a llevar de Gibraltar a Marruecos, Egipto y Grecia. El primero de estos relatos, titulado El Capitán Malasombra, transcurre aún a lo largo de la invasión de los 100 mil hijos de San Luis, cuando Aviraneta era asistente y consejero de El Testarudo. Se trata de una historia romántica, en la que el protagonista acaba trágicamente. Es, por otro lado, uno de los pocos textos en que Baroja tocó el tema de los toros. El segundo relato, El Pequeño de Baza, corresponde ya al salir de España. Baroja aprovecha acá sus recuerdos y observaciones de su viaje a Tánger a inicio del siglo, para conjuntarlas con las notas del mismo Aviraneta. Baroja se centra singularmente en las comunidades judías del norte de África. En Rosa de Alejandría, tercer relato de este tomo, vemos como Aviraneta, en su propósito incesante de servir a la causa liberal, emprende una larga aventura por el Mediterráneo. De Tánger pasa a Alejandría, donde se halla con Mendi, un maestro de música vasco que termina casándose con la hija de un Bajá. Baroja aprovecha para ofrecernos su visión de Egipto y de sus gentes en la temporada del protectorado francés. De Alejandría, Aviraneta se traslada a Grecia, donde conoce a Lord Byron y se pone a su predisposición. Este es el razonamiento de La aventura de Missolonghi. El prosista contó esta vez con un relato manuscrito del propio Aviraneta, en el que se contaba sus peripecias en Missolonghi, y que nos da una visión de primera mano de de qué forma era Byron un poco antes de fallecer. Recobra acá Baroja a su personaje J.H.Thompson, que aparece en La senda del Aventurero. El último relato es El final de El Tozudo y se refiere al terrible final del bravo guerrillero liberal y a la vuelta de Aviraneta a México, donde sus aventuras dieron a Baroja materia para redactar alguna otra novela