Aspirante en múltiples ocasiones al Premio Nobel de Literatura, Doris Lessing (natural de Van a ir en mil novecientos diecinueve y residente en Rhodesia hasta mil novecientos cuarenta y nueve) logra en Memorias de una Superviviente una novela inusual, inmersa en el ciclo que la autora considera espacioficción. Ubica a sus personajes en un inquietante futuro en que la barbarie ya es total y cada humano se ve forzado a batallar por subsistir. Desde un edificio de pisos, en la urbe, frente al parque, la superviviente observa los conjuntos de adolescentes integrados en bandas destructoras. La gente abandona la urbe y se reordena tribalmente. Las plantas brotan entre el asfalto, los animales familiares se tornan salvajes o bien corren riesgo de ser devorados. Emily es una pequeña de 3 años que es descuidada en el piso de la protagonista al lado de su gato Hugo (que es asimismo medio can). En poquísimo tiempo la pequeña atraviesa las diferentes fases de la adolescencia y se transforma en una problemática mujer. Con Memorias de una Superviviente Doris Lessing asevera haber escrito su autobiografía. Al borde de la cienciaficción, con una fatalista óptica de futuro, la narración alcanza valores simbólicos. Su autora se sirve de una perspectiva meridianamente femenina, puesta brillantemente de manifiesto en El Bloc de notas Dorado (mil novecientos sesenta y dos), en el ciclo Hijos de la Violencia (ciento noventa y cinco mil ciento sesenta y nueve) y en la tetralogía Canopus in ArgosArchives (ciento noventa y siete mil novecientos ochenta y dos). En su novela La Buena Terrorista (mil novecientos ochenta y seis) regresa a un espacio narrativo más realista, si bien irónico y destructor. Memorias de una Superviviente fue llevada al cine por David Gladwell y también interpretada por Julie Christie, Leonie Mellinger y Christopher Guard