Obras menores de Jenofonte Hierón: Da la impresión al principio de que va a proponer una cuestión meramente individual, como es la del mayor o bien menor placer que pueden gozar el déspota o bien el ciudadano. Pero, conforme se avanza en la lectura, se comprueba que los diferentes aspectos de la vida pública se apoderan del diálogo y que, realmente, si al déspota no le va bien, es por el hecho de que está enfrentado con toda la urbe. Agesilao: Es un elogio con 2 partes bien diferenciadas; la primera resume la vida del rey Agesilao y la segunda exalta sus virtudes primordiales. La república de los lacedemonios: Es un escrito de loa y admiración del régimen político de Esparta. El creador comprende que la pasada grandiosidad de Esparta se debe a su sistema de vida, superior al del resto de los helenos, que ha compensado sobradamente su escasa población. Los ingresos públicos o bien Las rentas: Este opúsculo forma, probablemente, el último escrito de Jenofonte. El fin del escrito es lograr la autarquía en el terreno económico, en tanto que la vía imperialista ha resultado un descalabro clamoroso que no ha dejado más que el recelo del resto pueblos helenos. El jefe de la caballería o bien El hipárquico: Es un tratado técnico sobre los deberes que tiene que tener en consideración el jefe de la caballería para poder mejorarla y granjearse, al unísono, las simpatías del Consejo. Pertenece, puesto que, a la literatura educativa. De la equitación: Es el mejor tratado técnico de Jenofonte. Es una pieza profesora y destaca su perfecta ordenación en contraste con el De la caza. El tratado va unido al El jefe de caballería, cuyos contenidos se complementan conforme el propio autor. De la caza: Se duda si verdaderamente esta obra pertenece a Jenofonte. Consta de 13 episodios en los que examina todos y cada uno de los factores que afectan a esta actividad, desde el origen mitológico a hasta una loa de los genuinos cazadores en frente de los políticos ambiciosos que van a la caza de amigos. La república de los atenienses de Pseudo Jenofonte La atribución de este tratado político a Jenofonte fue algo tardía (atestiguada en el siglo I) y poquísimo fundada. De un lado, su prosa es considerablemente más ramplona y menos diligente que la del historiador; de otro, sus creencias políticas resultan distantes de las que mantuvo el socrático Jenofonte, si bien este pudiese haber coincidido en ciertas críticas con este anónimo predecesor en el análisis del régimen ateniense. La denominación de "el viejo oligarca" con la que se conoce al autor de esta obra no está desatinada. Escrita cara cuatrocientos treinta a. de C., seguramente ya antes de iniciarse la Guerra del Peloponeso, este opúsculo es uno de los primeros testimonios de la prosa ática, el primer tratado de crítica política sobre la constitución y el funcionamiento de la democracia ateniense. Rasgos que por sí mismos ya resaltan su relevancia en la literatura vieja. Mas, además de esto, esta crítica, hecha por un contrincante de la democracia, un partidario de la oligarquía, un miembro de una hetería aristocrática que observa desengañado, mas lúcido y atento, las flaquezas de sus contrarios, los progresos del demos que domina las instituciones y marca el rumbo del Estado ateniense, está escrita con claridad, inteligencia y notable precisión. Es, en suma, una muestra precoz de la inteligencia política en la Atenas tradicional, si bien su autor sea, como se advierte desde un inicio, un contrincante de la democracia, como lo va a ser después el pensador Platón. Los análisis del viejo oligarca, que no es desde entonces un pensador ni un utópico, están repletos de los pies en el suelo, de agudeza crítica y de anhelos controvertidos. Por todo ello esta primera muestra de la prosa ática es un texto prácticamente tradicional y de un enorme interés histórico y político