

En esta octava entrega de la serie del ex- policía Miquel Mascarell, Jordi Sierra i Fabra nos adentra en una trama tan intensa como adictiva que recreará a todo lector de novela negra
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En esta octava entrega de la serie del ex- policía Miquel Mascarell, Jordi Sierra i Fabra nos adentra en una trama tan intensa como adictiva que recreará a todo lector de novela negra. Años cincuenta. El inspector Mascarell y su esposa, Patro, están a puntito de ser progenitores en una Barna que padece un periodo de agitación social debido al incremento del coste del tranvía. Un día, Pere Humet, un viejo subordinado de Mascarell, le cuenta que Piñol, Arnella y Matarrodona, 3 policías que asimismo estuvieron a sus órdenes, fueron juntos al exilio, al campo de asilados de Argeles, y después trabajaron en el refuerzo de la Línea Maginot, hasta el momento en que los alemanes los mandaron a Mauthausen. Subsistían en aquel averno, mas el capricho de un mando alemán desencadenó el horror: forzó a Piñol a que matase de un disparo en la cabeza a Arnella. Después, le forzó a que hiciese lo mismo con Humet; la pistola solo tenía una bala y Humetsalvó la vida, no obstante juró vengarse de Piñol, que desde ese instante empezó a cooperar con los alemanes, y fue culpable de la muerte de otras personas. Humet explica a Mascarell que ha vuelto por el hecho de que sabe que Piñol está en Barna y desea hacer justicia. Asimismo le confiesa que tiene un cáncer y que no le queda bastante tiempo de vida. Miquel accede a asistirle, y le invita a comer a su casa al día después, mas no aparece, con lo que va a procurarlo y lo que halla es el cadáver de Humet y el de su prima, cosidos a puñaladas. El acusado es Nicolás, el exnovio de la prima, mas el instinto de policía de Miquel le afirma que el chaval no es culpable. Sabe que es Piñol y debe localizarlo