Orígenes, desarrollos y difusión de un modelo iconográfico – Antonio Rafael Fernández Paradas Jesús recogiendo sus vestiduras tras la flagelación (siglos XVXX) Liberado de la columna, caes en tierra, a raíz de tu debilidad, estás tan rendido por la pérdida de tu sangre que no puedes mantenerte sobre tus pies. Las ánimas piadosas te contemplan arrastrándote sobre el pavimento, barriendo tu sangre con tu cuerpo, buscando, aquí y allí tus vestimentas”. Cuando, en mil seiscientos diecinueve, el místico y jesuita toledano Diego Álvarez de Paz escribía estas palabras poco podía suponer que brindaba una argumentación literaria de primera mano a uno de esos enigmáticos y un tanto extraño tema iconográfico que, aún todavía más si cabe, el día de hoy, ya inmersos en el siglo veintiuno, no dejan, desde entonces, indiferente a absolutamente nadie. A absolutamente nadie se le escapa de qué forma uno de los efectos contraproducentes de la barahúnda transmediática que nos traga ha sido el distanciamiento del gran público, con respecto a los códigos sígnicos y los lenguajes retóricos empleados en el alegato plástico de temporadas pasadas. Bien es verdad que el planeta y la creación moderna no han cortado completamente los hilos que han unido, y siguen uniendo, muchas de sus reflexiones y propuestas al arte de los Siglos de Oro y, muy singularmente, al del Barroco. No obstante, es un hecho incontrovertible que, desde la desintegración del Viejo Régimen y la ascensión de los nuevos valores, nada sería de nuevo como anteriormente. En un instante como el presente en el que las piezas artísticas de naturaleza sagrada se han transformado, inmerecidamente, en víctimas de la indiferencia y el descrédito extendido que provoca el fenómeno religioso, tal vez sea más preciso que jamás fortalecer, desde todos y cada uno de los frentes que brinda el conocimiento, conservación, estudio y difusión del patrimonio un redescubrimiento de los valores educativos, informativos y formativos que las obras de arte sagrado tuvieron en su instante y prosiguen poseyendo; tal vez no tanto como un instrumento catequético con valía y aplicación universales, mas sí como una herramienta de indiscutible utilidad para conocer y ahondar en nuestra Historia y en los matices idiosincrásicos de nuestra cultura, lo que no supone otra cosa que contar con medios eficientes para conocernos mejor a nosotros mismos, en suma