Pascal. El hombre es una caña que piensa – Gonzalo Muñoz Barallobre Con respecto a Blaise Pascal (dieciseis millones doscientos treinta y mil seiscientos sesenta y dos), Baudelaire escribió en Las flores del mal que «tenia un abismo que se movia con él». Y era cierto: un abismo que le llevó a enfrentarse a la naturaleza humana de la manera más inmisericorde que la Historia de la Filosofía había conocido hasta el instante. En un tiempo marcado por un optimismo sin grietas en la razón, Pascal, profundo conocedor de exactamente la misma, nos forzó a no separar la vista de sus límites, a admitirlos. Al hacerlo, pretendía recordarnos que las cuestiones verdaderamente esenciales para el hombre, aquellas que le tocan de forma íntima y radical, no se prueban con argumentos, sino se deben sentir. De ahí, su conocida aseveración “el corazón tiene razones que la razón no entiende”, que no es en el fondo otra cosa que una apuesta, de la que el presente libro procura dar cuenta. Pascal es uno de esos pensadores que la historia oficial de la filosofía acostumbra a sostener ocultos. El motivo de esta omisión no es que sus ideas no merezcan un papel primordial en la disciplina, sino su pensamiento forma una anomalía, y lo anormal, al interrumpir el curso de la narración establecida, acostumbra a desecharse y postergarse a los lados. Muchos han justificado esta resolución señalando que la obra de Pascal no se ubica en el territorio filosófico, sino más bien pertenece, por un lado, al de la ciencia y, por otra, al de la apologéti­ca cristiana. Mas Pascal, al que podríamos equiparar con un rayo, tan­to por la corta duración de su vida murió con apenas 39 años, como por la fuerza de su pensamiento, justifica de más que visitemos esos márgenes y nos acerquemos a su obra, que sin duda es de naturaleza filosófica. Tanto es de este modo, que Pascal podría ser uno de los interlocutores más estimulantes que haya dado la historia del pensamiento. La suya no es una filosofía afable, sino un bosque oscu­ro que fuerza a visitar espacios en general ignorados. Pascal firma uno de los retratos de la condición humana más duros y también inexorables que ha dado la filosofía, y absolutamente nadie que lo contemple con detenimien­to puede salir indemne. Hay quien ha calificado su pensamiento de antihumanista, y el versista Paul Valéry aun acusó al pensador de ser un “enemigo del género humano”. Mas es preciso que el lector co­nozca el pensamiento pascaliano: lleno de pliegues, matices y contra­luces, no tiene una sola lectura. No se debe olvidar que este pensador es hijo del siglo xvii, un instante histórico en el que la revolución científica, la fe, la razón y la superchería cohabitaron de una manera muy especial, entrelazadas en una tensión que configuró la cultura y el pensamiento de la temporada