En el tomo quinto de su obra Varones Ilustres de la Compañía de Jesús (mil seiscientos sesenta y seis), Alonso de Andrade imprimió por vez primera la breve biografía que había redactado José de Acosta (quince millones cuatrocientos mil seiscientos) unos ochenta años ya antes. Este señalado escritor (del que hemos editado su Historia natural y ética de las Indias) cuenta en la carta propedéutica de qué forma conoció a Bartolomé Lorenzo, y de qué modo consiguió que le narrara sus aventuras en América ya antes de incorporarse a la Compañía, a lo largo de unos 6 años, cuando contaba entre veinte y treinta de edad. El texto se había difundido sensiblemente de antemano a través de copias manuscritas desde el momento en que su autor lo había remitido al General de los jesuitas en mil quinientos ochenta y seis, probablemente a raíz de su valor puramente religioso y providencialista. No obstante, la obra tiene además de esto un interés histórico: nos presenta las andaduras, fáciles y sin intenciones de uno de tantos aventureros que a mediados del siglo XVI procuran en las Indias fortuna o bien sencillamente cobijo (como es el caso del protagonista). El relato no puede estar más distanciado de los estereotipos de la colonización, no tanto con lo que cuenta (intervienen piratas y cimarrones, naufragios, expediciones de atrapa de indios...), sino más bien por el propio protagonista, benevolente y también inocente, que rehuye pueblos y urbes y se refugia una y otra vez en la soledad de la naturaleza salvaje. Solamente distanciado del tipo propio de conquistador espadachín y sanguinario. Lorenzo Rubio González concluye su estudio sobre la obra del siguiente modo: "es un documento de historia particular que completa en la esfera de los acontencimientos menores la historia de la presencia de los españoles en América a lo largo del siglo XVI. A su valor histórico más genérico se aúna el interés de la peripecia humana de un personaje tímido y benevolente, que se ve envuelto en las continuas contrariedades que le presentan la geografía, el tiempo, su simplicidad y el no saber de forma segura qué hacer en un planeta que le resulta ignoto y en el que se siente extraño."