Reavivamientos modernos Elena G. de White El nombre de Jesús ha llegado a ser en nuestros días parte del léxico corriente de muchos miles y miles de jóvenes y adultos que atestiguan por Cristo. La segunda venida de Cristo, el haber nacido nuevamente, lo que Jesús significa para nosotros acá y ahora, han llegado a ser temas de charla rutinaria. Cantos relativos a la experiencia cristiana están compitiendo con los cantos relativos al amor. Ya antes de ahora se han producido reavivamientos, los que han producido expepcionales resultados. Mas el día de hoy esto ocurre como jamás ya antes entre la juventud. En el campo de muchos institutos y universidades—aun de aquellos que no se resaltan particularmente por su énfasis religioso—el nombre de Jesús se discute en forma abierta y de una forma nueva y positiva. Muchos jóvenes provenientes de hogares de estupenda condición económica, y otros que proceden de medios pobres, de entornos de drogadicción, como de medios de alta cultura, se han visto movidos a admitir a Cristo en grandes cantidades. Miles han sentido la experiencia prodigiosa de la conversión. Y los jóvenes adventistas del séptimo día asimismo experimentan reavivamientos. No obstante, ¿cuáles van a ser ahora nuestras conclusiones? El nacer nuevamente, el ser justificado, el convertirse—cualquiera sea el palabra que usemos—es solo el inicio. ¿Mas qué afirmaremos de los días, semanas y meses de desarrollo en Cristo? ¿Qué afirmaremos sobre la experiencia de siempre que en ocasiones llamamos santificación? La Palabra de Dios y los consejos de Elena de White nos inducen a terminar que somos justificados por la fe al admitir a Cristo, mas somos santificados por la fe y por la obediencia. El cristiano realmente nacido nuevamente no únicamente habla sobre estos [6] temas, sino asimismo vive una vida que testimonia de que es, realmente, un seguidor del Señor Jesucristo. El camino a la vida eterna no es moco de pavo. Tras todo, en la Sagrada Escritura se lo llama el camino “angosto”. Combatimos contra contrincantes que están fuera de nosotros mismos como contra tendencias y debilidades pecaminosas que se encuentran dentro de nosotros. Existen abundantes desvíos asimismo. Y como es natural, está siempre y en todo momento el camino ancho, con su poderoso atrayente. Satanás introduce falsificaciones para confundirnos y desalentarnos. Mas merced a Dios, existen instrucciones claras para mostrarnos el camino de la vida eterna. Las próximas son preguntas habituales que se hacen hoy día. ¿De qué manera podemos explicar el poder que acompaña los reavivamientos populares en los que no se hace ningún esmero para honrar la ley de Dios? ¿Qué afirmaremos del movimiento de charlar en lenguas que se aprecia en ciertas iglesias protestantes y católicas? ¿Son reales los milagros de sanamiento que caracterizan a ciertos reavivamientos de nuestro tiempo? ¿Puede Dios obrar milagros a través de aquellos que proclaman el perdón del pecado a través de Cristo y no obstante enseñan a otros a ignorar los diez mandamientos como superfluos o bien imposibles? Es evidente, por una investigación de la historia, que no todos y cada uno de los reavivamientos son inspirados por Dios. Toda vez que ha habido un reavivamiento auténtico se han presentado asimismo falsificaciones. La Sagrada Escritura nos afirma que Satanás puede efectuar milagros y que los hace. El quisiese, si le fuera posible, mentir a los propios elegidos. No vamos a poder confiar en lo que vemos, oímos y sentimos. No es el propósito de este libro producir un juicio sobre los reavivamientos populares de estos días. ¿Quién puede dudar de que existen conversiones auténticas en ciertas de estas asambleas? En verdad, podemos dar un paso más y sugerir que sanamientos verdaderos pueden resultar del ejercicio de la fe en la Palabra de Dios. En determinados casos esto puede suceder pese al evangelista, y no necesariamente debido a él. Es el propósito de este libro, más bien, estimar algunos criterios que nos asisten a distinguir entre lo auténtico y lo falso. En una de sus primeras visiones, Elena Harmon (White), que a la sazón tenía diecisiete años, recibió un mensaje insólito. Era en el mes de febrero de mil ochocientos cuarenta y cinco. Cuando Cristo no retornó a esta tierra como se lo había aguardado ciertos meses ya antes, los adventistas chasqueados se dividieron y se confundieron. Por medio del estudio de las Sagradas Escrituras ciertos de ellos hallaron una explicación para su chasco. Las visiones que se le dieron a Elena Harmon asistieron a confirmar estas conclusiones. Descubrieron verdades bíblicas que por bastante tiempo habían sido ignoradas, en la medida en que la atención de la gente se había enfocado sobre la preparación para el regreso de Cristo. Mas la enorme mayoría de los adventistas rechazaron todo ese estudio y todas y cada una esas explicaciones. En su visión de mil ochocientos cuarenta y cinco, Elena vio a los adventistas postrándose delante del trono de Dios en oración. Unos pocos de ellos se levantaron y prosiguieron a Jesús por la fe mientras que la obra de Cristo era transferida al sitio muy santo. Recibieron el Espíritu Santurrón y “había luz, poder y mucho amor, gozo y paz”. Mas la mayoría de los conjuntos continuaron arrodillados delante del trono. Siguieron orando allá, incluso cuando Cristo había salido. Satanás apareció para tomar el sitio de Cristo en el trono a fin de responder sus oraciones. Elena vio a este conjunto mirando cara arriba, sin saber a quién estaban orando, mientras que solicitaba el Espíritu Santurrón. Ella describió lo que vio en visión de esta manera: “Satanás soplaba entonces sobre ella [la compañía postrada delante del trono] una repercusión impía; en ella había luz y mucho poder, mas nada de dulce amor, gozo ni paz. El objeto de Satanás era sostenerla engañada, arrastrarla cara atrás y cautivar a los hijos de Dios”.—Primeros Escritos, cincuenta y cinco, cincuenta y seis. La experiencia de estos 2 conjuntos de adventistas de mil ochocientos cuarenta y cinco nos recuerda que puede haber una experiencia auténtica y una experiencia falsificada, incluso entre aquéllos que profesan ser honestos. Dios quiere que cada uno de ellos de nosotros tenga la auténtica experiencia de los que han nacido nuevamente, seguida por una vida de feliz realización cristiana. Mas Satanás se esmera por persuadirnos de que hay caminos más cortos y más simples. Es obvio que las dos situaciones no pueden ser adecuadas. La Iglesia Adventista del Séptimo Día nació en tiempos bastante difíciles y también interesantes. La mayoría de los que participaron en sus inicios eran jóvenes, y no obstante esas personas se encontraban de forma profunda consagradas al estudio de la Palabra, y estaban deseosas de testificar sobre su fe. El relato bíblico muestra que Dios con frecuencia llamó a jóvenes como sus testigos más efectivos en tiempo de crisis. En estos últimos instantes de la pecaminosa historia de la tierra, los tiempos se presentan nuevamente bastante difíciles y al unísono excitantes. ¿Podría ser que Ud. fuera uno de aquellos por medio de los que Dios va a hacer algo singular? ¿Por qué razón no le da a él una ocasión? Este libro es pequeño. Mas en todas y cada una sushay declaraciones que merece la pena leer múltiples veces. Aguardamos que el consejo que se halla en estaspueda llegar a ser una guía valiosa para lograr un reavivamiento y una reforma auténticos en la vida de cada lector. Quizá esta breve presentación va a animar al lector a pesquisar en otras fuentes bíblicas y de los escritos de Elena de White. Desee Dios que el estudio cauteloso que hagáis os asista a estar deseoso para localizar a vuestro Señor cuando regrese, y a alistaros para ese evento. Los Fideicomisarios de la Empresa Editorial Elena G. de White