La vida está repleta de historias; los libros asimismo, y este, por no ser menos, va a empezar con el relato de una anécdota. Corría el año 2005; la universidad en la que trabajábamos iba a firmar un pacto de cooperación con el Instituto de Promocionales y Relaciones Públicas de Cataluña. En representación del instituto asistió a la firma del acuerdo quien era entonces su vicedecano, un señalado profesional de reconocida experiencia en el ámbito de las relaciones públicas. Tras el breve acto protocolario, tras las firmas y los apretones de manos de rigor, nuestro convidado aprovechó la ocasión para preguntarnos si disponíamos de algún estudiante de final de carrera que quisiese incorporarse a su empresa, puesto que había surgido un usuario esencial a quien precisaba atender y ofrecer servicio inmediatamente. Cuando le solicitamos que especificase un tanto más y nos explicase qué cualidades o bien peculiaridades debía reunir ese estudiante que procuraba, la contestación fue rápida: la cualidad esencial era que supiese redactar bien. Lo cierto es que fue una sorpresa solo en parte. Solo en parte por el hecho de que, si atendemos a lo que explican los más reconocidos especialistas mundiales, la escritura o bien la redacción es la labor esencial de cualquier profesional de las relaciones públicas. Grunigy Hunt (dos mil tres, pp. quinientos cuarenta y nueve mil quinientos cincuenta), por servirnos de un ejemplo, aseveran que «la redacción representa una destreza vital en todos y cada uno de ellos de los 4 modelos de la práctica de la profesión». Wilcox, Cameron y Xiffa ubican la redacción como la primera habilidad básica con que debe contar un relaciones públicas, habilidad que se complementa con la capacidad de investigación, la habilidad planificadora, la capacidad para solucionar inconvenientes y la competencia empresarial y económica (dos mil siete, p. treinta y tres). Para Seitel (dos mil dos, p. doscientos setenta y uno), «la capacidad de redactar con soltura, con congruencia y con velocidad diferencia al profesional de las relaciones públicas del resto miembros de una organización». Vemos, puesto que, que tanto desde el punto de vista profesional como desde el punto de vista académico la redacción se considera una habilidad esencial para la tarea de las relaciones públicas. Mas entonces, si realmente es tan esencial la redacción en relaciones públicas, ¿por qué razón apenas se enseña en las universidades? : Prólogo, por Larissa A. GrunigIntroducciónParte I: La redacción y las relaciones públicasTema 1: Las relaciones públicas. Término y funcionesTema 2: La redacciónTema 3: La redacción en relaciones públicasParte II: Tipologías textuales de mensajes en relaciones públicasTema 4: Herramientas para la planificación y administración de las organizacionesTema 5: La Investigación en relaciones públicasTema 6: La comunicación internaTema 7: Las relaciones públicas financieraTema 8: Las relaciones públicas en casos de crisiTema 9: Relaciones con los medios de comunicaciónTema 10: Las relaciones públicas y el lenguaje comercialTema 11: Los nuevos usos sociables de InternetTema 12: La organización de eventosTema 13: La comunicación corporativaTema 14: Las comunicaciones orales