Robinson Crusoe – Daniel DefoeDaniel Defoe fue un escritor muy fecundo que vivió en Inglaterra en los años mil setecientos. Tan polivalente era, que escribió unas quinientos obras (a pluma y candelas), al paso que publicaba noticias sobre economía y hacía negocios como mercader de productos dispares como medias, vino, o bien perfumes. Adquirió una finca en el campo y una linda embarcación; y si bien según lo que parece la fortuna no siempre y en toda circunstancia lo acompañó (quebró, tenía deudas, estuvo preso y perdió 2 hijos), se restituyó con dureza y trabajo, y siempre y en todo momento tuvo objetivos claros y firmes convicciones que lo fueron conduciendo a ganarse el respeto de sus pares y acólitos.Por otro lado, como protagonista de su novela, el joven Robinson asimismo despliega en la isla grandes dotes de autogestión, construyendose una fantástica finca, de manera delicada decorada y estratégicamente protegida de las fuerzas de la naturaleza. Asimismo se dedicó masiva y planificadamente a la agricultura y cría de animales para asegurarse el sustento en los años de supervivencia que se le iban sucediendo.Todo estuvo realmente bien hasta el momento en que un día descubrió en la arena una huella humana que no era la suya, y pensó: si esta huella pertenece a un contrincante, voy a perder todo lo hecho hasta el momento, me atacará, me va a matar, y probablemente me comerá…, conque derruiré mi casa, liberaré a mis animales, y voy a quemar los sembradíos para borrar todo indicio de mi vida y de este modo vivir sin preocuparme por las pérdidas que este contrincante pudiese causarme…Finalmente, y de forma contraria a lo que creía, “la huella” se transformaría en la personificación de la amistad profunda, por medio de un indio bueno (Viernes) de quien se hizo amigo, y con quien logró superar fraternamente los tantos años que pasaron juntos en ese sitio.Ésta excelente paradoja me hizo meditar sobre los espectros que cotidianamente fabricamos en nuestra psique (la huella solo era una huella): La huella era la cara del temor, los miedos injustificados o bien especulaciones lúgubres sobre lo que está por venir, en vez de relajarnos y dejar que las cosas fluyan, con la sana esperanza de que todo va a ser para mejor.Viendo esta alegoría entre la vida de Robinson y la de Daniel Defoe, su autor, no puedo dejar de advertir la metáfora de la desnudez humana frente a las fuerzas apabullantes de lo ignoto. Crean que al fin y al cabo el futuro va a poder ser bueno o bien no tan bueno, mas siempre y en todo momento somos mismos los que dejamos las huellas, y deseo ser un indio bueno.Idioma: De España