"Así, concluyo la última página de una obra, cuya forma, si bien ligera y sin intenciones, aspiraría a sugerir a sus lectores ciertas consideraciones de carácter muy opuesto. Hace un año, tuve la pretensión de ofrecer al público ciertos volúmenes que pretendían llamar su atención cara el estado de nuestros partidos políticos; sus orígenes, su historia, su postura actual. En una temporada de deslealtad política, de pasiones ególatras y pensamientos ruines, quisiese inculcar a las nuevas generaciones que no se desesperen, sino más bien procuren en una buena entendimiento de la historia de su país y en las energías de la juventud heroica, que son los factores del bienestar nacional. La obra actual da un paso adelante en ese empeño. El pensamiento de los ciudadanos debería ahora dejar a los partidos y encargarse del pueblo al que han regido esos partidos a lo largo de 2 siglos. La entendimiento y el antídoto de este gran inconveniente dependen de exactamente las mismas acciones que el primero; únicamente el pasado puede explicar el presente, y únicamente la juventud puede forjar el futuro para solucionarlo. La historia escrita de este país ha sido un mero espectro a lo largo de los últimos diez reinados. Se ha dado al origen y consecuencias de los temas públicos un carácter y un color que nada debe ver con su genuina forma y matiz. En este excepcional misterio todos y cada uno de los pensamientos y las cosas han adquirido un aspecto y un nombre contrario a su auténtica calidad y naturaleza. A la oligarquía se la ha llamado libertad; un sacerdocio exclusivo ha sido bautizado como Iglesia nacional; la soberanía ha dado título a algo que no ha tenido ninguna relevancia, al paso que el poder absoluto ha sido ejercido por aquellos que se declaran a sí mismos los servidores del pueblo. Debido a la interesada batalla entre los dos bandos se han borrado 2 grandes protagonistas de la historia de Inglaterra: el monarca y la ciudadanía. Como el poder de la Corona ha disminuido, los privilegios del pueblo han desaparecido; con el tiempo el cetro se ha transformado en un espectáculo, y sus súbditos han depravado para tornarse en siervos nuevamente". Benjamin Disraeli