Testimonios para la iglesia, Tomo cinco Elena G. de White Los Testimonios no tres mil ciento treinta y tres, que entienden el tomo cinco, engloban poco menos de una década. El primero fue publicado en mil ochocientos ochenta y dos mas incluye mensajes dados desde mil ochocientos ochenta y uno de ahora en adelante. El no treinta y dos fue publicado en mil ochocientos ochenta y cinco, y el no treinta y tres salió de las prensas en mil ochocientos ochenta y nueve. Ese año, los 3 fueron unificados y pasaron a ser un solo libro, el tomo cinco. El periodo citado presenta rasgos de profundo interés en el veloz desarrollo de la obra de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En Norteamérica, 2 nuevas escuelas superiores empezaron a marchar en el año mil ochocientos ochenta y dos, una en South Lancaster (Massachusetts), y la otra en Healdsburg (California). De esta manera, la obra cultural comenzada en Battle Creek se comenzaba a extender cara los fines de la tierra. Nuestra primera escuela se había abierto diez años ya antes en Battle Creek, y un par de años después se habían dedicado sus nuevos edificios. A lo largo de esos diez años hubo que encarar muchos inconvenientes relativos a esa nueva y también esencial línea de trabajo. En ocasiones los temas eran extensos, y en no pocas ocasiones el espíritu de premonición proveyó consejos singulares para guiar y resguardar esta obra incipiente. Esos mensajes, que enfocaban variados inconvenientes, desde la disciplina hasta el contenido de los cursos de estudio, son parte de este libro. Los 9 años que engloba este tomo fueron asimismo un periodo de extensa actividad para Elena G. De White, en lo referente a sus escritos y publicaciones. En mil ochocientos ochenta y dos se hicieron arreglos para reimprimir A Sketch ofthe Christian Experience and Views ofEllen G. White [Esbozo de la experiencia cristiana y opiniones de Elena G. de White] y el tomo 1 de Spiritual Gifs [Dones espirituales]. Exactamente el mismo año los dos libros fueron unidos a fin de que formaran un solo volumen, y titulados Primeros escritos. Para sustituir la incesante demanda de los Testimonios, se reeditaron los primeros treinta, compilados en 4 libros, los tomos catorce que conocemos el día de hoy. Sketches From the Life of Paul [Esbozos de la vida de Pablo], el predececesor de Los hechos de los apóstoles, fue publicado en mil ochocientos ochenta y tres. En mil ochocientos ochenta y cuatro, la Sra. de White completó su Spirit of Prophecy Volume Four The Great Controversy [Espíritu de premonición, tomo cuatro – El enfrentamiento de los siglos], y fue publicado en seguida. Pronto encontró entrada a millares de hogares a través del colportaje, y en 3 cortos años habían salido de las prensas diez impresiones. En mil ochocientos ochenta y ocho se publicó, ampliado, El enfrentamiento de los siglos, el libro que tan bien conocemos el día de hoy, que tomó el sitio de la obra precedente, más breve. En la sede de la denominación, situada en Battle Creek, se experimentaba incesante desarrollo. Equipos nuevos se añadían a la casa publicadora. El sanatorio y el instituto prosperaban de forma notable y proseguían medrando. Este desarrollo hizo que a la urbe afluyesen los adventistas en gran número. En la primera una parte de este tomo se apunta el riesgo inherente en la concentración excesiva de tantos adventistas en un centro común, con la ineludible tendencia a sentir menos responsabilidad individual y rebajar las reglas. Estas tendencias institucionales asimismo implicaban el riesgo de que la obra se transformara en algo mecánico y perdiese su sencillez original. Esta clase de riesgo brotó en especial en la casa publicadora. Los testimonios de este tomo hacen énfasis en la economía, la industria y la necesidad de estar alarma, y proveen instrucción guiadora a fin de que los gerentes y capataces puedan cumplir sus responsabilidades. En esa temporada en que en la sede de la organización se encaraban inconvenientes en las fases ya establecidas de la obra, en los estados ribereños del nordoeste se desarrollaban nuevos campos, y muchos admitían el mensaje. Al abrirse esas zonas fronterizas brotaron muchos inconvenientes nuevos. Exactamente la misma Sra. de White hizo 2 visitas a dicha zona, y en conexión con el último viaje escribió muchos consejos a los obreros que trabajaban allá, sobre temas prácticos de vital relevancia para el beneficio de la obra y de los pastores que trabajaban con los hombres y mujeres enérgicos y también independientes que habían colonizado esas vastas zonas y habían establecido en ellas sus hogares. Eran individualistas audaces, capaces y autosuficientes; muchos de ellos gente de convicciones profundas, que admitían el llamado del mensaje adventista. Esos robustos vanguardistas precisaban la poderosa y modeladora repercusión del Espíritu de Dios para desarrollar caracteres cristianos. Precisaban ser reprendidos contra el amor al dinero y las ambiciones terrenales. A los ministros se les mandaron fervientes consejos señalando el riesgo de que sus mensajes se amoldaran a las creencias demasiado vehementes o bien extremas de determinados miembros de iglesia. Asimismo se dieron consejos de no ser descuidados en la construcción de las edificaciones de iglesia, lo que se había visto en ciertos casos. Otras amonestaciones recomendaban no tomar ligeramente las promesas de hacer donaciones para la causa de Dios. Todos esos consejos, y otros que tratan de abundantes inconvenientes auxiliares conectados con la obra en esos nuevos territorios ocupan un sitio sobresaliente en este volumen. Las miradas de los adventistas se dirigían poco a poco más cara el campo mundial. Por diez años habíamos mantenido obra en Europa. Ahora, en mil ochocientos ochenta y cinco, los pastores S. N. Haskell y J. O bien. Corliss, en compañía de otros obreros fueron mandados a Australia, para abrir obra en ese continente del hemisferio sur. Un par de años después los pastores D.A. Robinson y C. L. Boyd entraron en África, y exactamente el mismo año un laico, el Hno. Abraham La Rue llevó el mensaje a Hong Kong. Entonces, en mil ochocientos ochenta y nueve, ciertos colportores empezaron la obra en Sudamérica. Exactamente la misma Hna. White fue llamada al exterior, y viajó a Europa en mil ochocientos ochenta y cinco. Allá pasó un par de años y medio viajando, aconsejando, hablando y escribiendo. En el mes de junio de mil ochocientos ochenta y siete asistió en Moss (Noruega) al primer campamento adventista festejado fuera de los U.S.A.. Su ministerio en el extranjero fue enormemente apreciado. A lo largo de la temporada que engloba el tomo cinco se levantó asimismo notable oposición de una parte de un pequeño conjunto de individuos que años ya antes habían descuidado nuestras filas. Sus ataques se dirigían primariamente contra la poseedora del don profético, y contra sus escritos, los que han robustecido y edificado la iglesia mediante los años. Asimismo a lo largo de la década de este tomo, uno de nuestros primordiales evangelistas erró el camino y pronto se encontraba dedicado a destruir la obra que ya antes se había esforzado por establecer. 2 comunicaciones escritas por Elena G. de White con la intención de sostener a este hombre a fin de que no se lanzase al abismo que le atraía, se encuentran en este libro. Una empieza en la página quinientos treinta y nueve y la otra en la quinientos ochenta y cinco. El intento de salvarlo fue inútil. Se convirtió en un amargo contrincante de Elena de White y el don profético, contra los que dirigió acerbos ataques. Aunque estos, desde entonces, no impidieron el avance de la obra adventista, es de todas formas claro que fueron reconocidos como elementos de distracción que habían de ser contrarrestados. No extraña, entonces, que en ese periodo se hayan escrito múltiples artículos de vital relevancia sobre el don profético. Uno de ellos forma la base de la Introducción de El enfrentamiento de los siglos, edición inglesa de mil ochocientos ochenta y ocho. Otros se encuentran en este volumen. En ese tiempo asimismo, la Sra. de White reunió elementos de todos y cada uno de los Testimonios publicados, referentes a la naturaleza y también repercusión de los Testimonios para la Iglesia, compilándolos en un artículo de que se halla cerca del fin de esta obra. En el otoño de mil ochocientos ochenta y ocho, se festejó en Minneápolis (Minnesota) una esencial sesión de la Asociación General. En esa ocasión llegó hasta los allá reunidos un término más extenso y profundo de las grandes verdades relacionadas con la justificación por la fe. El hecho de que ciertos se negasen a abrir sus corazones a la luz que Dios hiciese relucir allá con tanto poder, animó a la Hna. White a rogar a los miembros al ágil estudio de las Sagradas Escrituras, y a derruir las barreras que les impedían avanzar en la percepción de la verdad. En la sesión de la Asociación General del siguiente año (mil ochocientos ochenta y nueve), tanto los obreros como los laicos notificaban en sus asambleas sociales que “el año pasado” había sido “el mejor de su vida; la luz que brota refulgente de la Palabra de Dios ha sido clara y diferente la justificación por la fe, Cristo nuestra justicia… El testimonio universal de quienes se han expresado ha sido que este mensaje de luz y verdad que ha llegado a nuestro pueblo es justamente la verdad para este tiempo, y adondequiera que van por las iglesias, es cosa segura que se manifiestan la luz, el alivio y las bendiciones del Señor”. (Manuscrito no diez de Elena G. de White, mil ochocientos ochenta y nueve, convocado en The Fruitage ofSpiritual Gifts [El fruto de los dones espirituales], pág. doscientos treinta y cuatro). El mensaje de Dios a su pueblo convirtió en gloriosa victoria la marea que conminaba traer la derrota. Cuando el proceso de redactar el tomo cinco se aproximaba a su fin, se concretó en los U.S.A. una crisis que tomó la manera de un proyecto nacional de ley dominical. En conexión con esto se le presentaron a la Sra. White visiones del enfrentamiento inminente y las situaciones que debería encarar la iglesia cuando el protestantismo apóstata se uniera con el catolicismo para hacer cumplir medidas opresoras. Se le describió meridianamente el patético sopor de quienes entendían la situación, y se le dio un llamado a la acción. En el tomo cinco hay una mayor diversidad de temas que en otro de los 9 tomos de los Testimonios. Este es el último de los tomos que contiene testimonios personales dirigidos a diferentes individuos. Once años transcurrieron antes que se publicara el tomo seis de los Testimonios. El tomo cinco tiene gran valor para la iglesia de el día de hoy, debido a la naturaleza práctica de sus amonestaciones y consejos. En distintos lugares se resaltan solemnes declaraciones que nos recuerdan la proximidad del fin, y la preparación que se precisa frente al enfrentamiento inminente. A los pastores se los llama a una mayor consagración. Se reprende a los líderes y se recomienda a los médicos. Se advierte a los maestros contra la adopción de principios mundanos, y se los incita a que guíen a sus pupilos hacia la ganancia de ánimas. A los colportores evangelistas se los urge a conseguir niveles más altos de preparación. Se instruye a los progenitores sobre la vida de hogar y la conducción de los hijos. Se censura a los que afirman tener nueva luz, mas cuyo mensaje es contrario a las doctrinas esenciales. Lleva por nombre a los miembros por lo general al reavivamiento y la reforma. Las instrucciones y amonestaciones de este volumen ejercitaron una repercusión estabilizadora y calmante sobre los adventistas del séptimo día, que se afanaban por expandir la obra en direcciones más extensas de tarea. Hoy día siguen haciendo su obra bienhechora