Los seguidores de Raymond Chandler, cuya fama está indisolublemente ligada al género policiaco "duro", hallarán en el presente volumen una pequeña sorpresa. Y no por el hecho de que falte en estos 4 cuentos (al menos en 3 de ellos) el factor delincuente, o bien meramente homicida, cuya dilucidación ha hecho las exquisiteces de incontables lectores, sino más bien pues acá el meollo narrativo implica objetivos más sutiles: sicológicos en el más extenso sentido de la palabra, y, por esta razón, ambientales y estilísticos. En Una pareja de escritores, por servirnos de un ejemplo, basta la descripción del hábitat en que Hank y Marion arrastran sus cansadas desavenencias para acotar, mejor que en un informe siquiátrico, la enfermedad existencial que los abruma y que, al tiempo, los sostiene de forma extraña unidos. La puerta de bronce, en cambio, es una inopinada incursión en la literatura fabulosa. Y fabulosa sin reservas, sin explicación realista posible. Mas ¡qué planeta de frustraciones, de callejones sin salida, de fieros monotonías surge tras la irónica trama de un episodio mágico insertado entre los dulces y sórdidos modales de la burguesía londinense! En El rasuré del maestro Bingo, el contraste entre el factor fabuloso y la crueldad de las situaciones resulta, si cabe, más acusado todavía. Ahora lo sobrenatural, lo incomprensible, adquiere un viso simbólico y sordamente premonitorio: prácticamente el semblante metafísico de la vulgar desgracia que el narrador exhibe con la concluyentes economía verbal que lo caracteriza. Y, para finalizar, en Verano inglés cuyo brev subtítulo "romance lúgubre" se comprende mejor tras haber leído el relato hallamos un humorístico desarrollo de la curiosa relación de amor y repulsa que Chandler nutrió cara Inglaterra. Realmente, el prosista que describió como absolutamente nadie los suburbios de Los Angeles era prácticamente más inglés que americano, por sensibilidad y educación; no obstante, frente a la realidad inglesa, frente a los tics, los convencionalismos, los tópicos de la sociedad británica, Chandler reacciona como un americano, con la precisa mezcla de arrogancia y deliberada vulgaridad que del americano se espera. 4 relatos que ratifican, de nuevo, la genuina jerarquía literaria de un escritor que supo llevar cara nuevos caminos los gastados esquemas del género policiaco tradicional