Wellcomm. Perspectivas de la comunicación dos mil once Silvia y Rosa me plantean que sume alguna reflexión o bien preocupación a este saludable proyecto de perspectivas para dos mil once. Lo hago con determinada fatiga de materiales. Hemos dado muchas vueltas a lo que nos pasa y a lo que nos puede pasar con conclusiones poco esperanzadoras. No son estos buenos tiempos para la comunicación; nos domina la confusión, la ansiedad y una creciente insatisfacción en tanto que explicamos mal, comprendemos poco (no explicamos pues no comprendemos) y responsabilizamos a la comunicación, al mensajero, de la insuficiencia del mensaje, de la debilidad de los razonamientos. A lo largo y ancho de todo el dos mil diez la palabra más usual ha sido “crisis”: económica, ética, política… la crisis nos domina desde hace treinta meses. Si bien más adecuado sería decir las crisis, en tanto que son múltiples las que nos han caído encima y en las que chapaleamos sin apenas ganar metros para llegar a la ribera. Andamos en busca del tiempo perdido, de ocasiones que nos han pasado por delate y de las que solo hemos tomado el rebufo. Luis Abril afirmaba días atrás: “en Internet hay ganadores: Apple, Google, Amazon, Fac… ninguno de ellos genera contenidos”. Para finalizar después “Los editores (y los cronistas, agrego) pueden situarse entre los ganadores, si deciden acercarse a la red de la forma apropiada… el partido no ha hecho solamente que comenzar, hay que amoldarse a un entrecierro nuevo. abandonar a vender exactamente el mismo vino en botellas nuevas”. Sospecho que lleva razón, que va a haber que aprender a hacer vino nuevo para botellas nuevas. Esa es la labor de los cronistas del futuro, y de quienes se dedican a la comunicación. Me da la sensación de que puede ser hora de regresar a las buenas prácticas, de identificar y calificar las apariencias, las manipulaciones, la banalidad. Y de poner cada cosa en su lugar. Para el periodismo la batalla de fondo está en la verosimilitud y para quienes trabajan en la comunicación, en las otras aceras, ocurre otro tanto. Si no trabajamos en ese atravieso nos quedaremos en nada. Llevamos demasiado tiempo chapeando, demandando a el resto lo que no nos aplicamos a nosotros mismos. Solicitamos trasparencia, claridad, honradez…a el resto, mas somos perezosos en el momento de ser ejemplares. Y en esta historia de hilar y destejer, hemos avanzado poco, nos marchamos amoldando a la crisis, aguardando tal vez que vengan los nuevos, los más capaces. Que lleguen pronto, por favor