La novela, la primera obra de Reinaldo Arenas, es la única que fue publicada en la Habana, tras haber logrado el primer premio en un concurso nacional en el que Alejo Carpentier formaba una parte del jurado. Esta primera edición cubana se agotó en una semana, mas a pesar de su éxito, o bien tal vez de ahí que, nunca se volvió a autorizar la publicación de una obra de Arenas en Cuba. Esta prohibición se debe más al papel que Arenas jugó en la revolución cubana, a favor en un primer instante y de forma decidida en contra después, que a la propia novela en sí, que carece de referencias al régimen de Fidel Castro, no de esta forma en obras siguientes, como en "Otra vez el mar". La obra de Arenas, en todo caso, puede ser escandalosa por motivos bien diferentes a los políticos. Reinaldo Arenas la describió como "una defensa de la libertad y de la imaginación en un planeta polucionado por la barbarie, la prosecución y la ignorancia". Solo queda agregar que son más de doscientasde lo mismo: un encadenamiento de situaciones demenciales, ridículamente oníricas, más propias un averno del Bosco que de un realismo mágico acentuado por mil. Exactamente el mismo protagonista lo afirma al comienzo: "Esta casa siempre y en toda circunstancia ha sido un averno". La muerte no afecta a los personajes y no obstante es una presencia enorme y incesante que los amenaza a cada momento. Solamente iniciar la novela la madre del protagonista se lanza al pozo una y otra vez, condenada a reiterar exactamente la misma muerte, y al tiempo jamás llega a hacerlo. Todos y cada uno de los personajes de la casa de Celestino mueren en un instante o bien otro, y todos vuelven a la acción tal y como si nada hubiese pasado. La muerte prácticamente queda equiparada al sueño, y despertar es entonces regresar a la vida. Se hallan en un plano difuso entre la vida y la muerte, un planeta que se conecta con otros mundos y al que acceden seres sobrenaturales como espectros, brujas, duendes y otros espíritus. En uno de los instantes finales de la obra alguien afirma al protagonista que está condenado a la eternidad, si bien eso es realmente cierto desde la primera página. De cualquier otra forma no es posible concebir que estén más de 100 años sin probar mordisco, habituados a vivir del aire. En este averno el factor incesante es la violencia, cuyo episodio más intenso es cuando la familia se come el cuerpo del abuelo recién fallecido, tal y como si fuesen perros salvajes. Los personajes son destructores unos con otros. En el centro de este torbellino está el abuelo, con su hacha, eternamente enfrentado a Celestino, culpable de la muerte de sus primos. No en balde se afirma en un instante "mamá y abuelo [...] se pasan el día tratándonos de matar de veinte formas diferentes". La madre, no obstante, tiene una doble cara, tal y como si bajo esa capa de violencia se ocultara una segunda madre cariñosa y comprensiva, que lleva al protagonista a meditar " sé que es buena y me quiere". El único personaje que se sostiene siempre y en todo momento al lado de esta violencia es Celestino. Él y su primo, que hace de narrador y de protagonista de la historia, se hacen hermano de sangre. Este narrador no se salva de la violencia, en tanto que está de manera permanente planificando la muerte de sus abuelos. Aun los elementos más dulces del paisaje participan de esa violencia, y de ahí que que posiblemente 2 pedazos de nubes choquen entre ellas y brinquen en pedazos que caigan sobre la casa, destruyéndola y aplastando a sus habitantes. Celestino, ese personaje puro cara el que todos proyectan su odio, podría considerarse realmente como un álter ego de Reinaldo Arenas. Su vocación, lo único que se le da bien, es ser versista. Escribe sin cesar en todas y cada una de las superficies que halla, y por último en los leños de los árboles. Nada puede hacerlo despertar del trance poético en que cae cuando escribe, ni los truenos que revienten sobre su cabeza, ni el abuelo con el hacha. Si bien ninguno de los personajes sabe leer todos sospechan que hay algo malvado en la dedicación de versista. El abuelo se dedica infatigablemente a talar los árboles en los que Celestino ha escrito, y esa condición de versista hace que sean la verguenza de todo el vecindario. Solo el primo de Celestino semeja entender su vocación poética, si bien tampoco sabe leer, mas tiene la capacidad de intuir lo fantástico de su escritura. Una escritura que no termina jamás por el hecho de que jamás ha llegado a comenzar de veras. Ante tanto surrealismo encadenado la dimensión onírica adquiere una función muy importante. Los primos afirman, en uno de sus bailes sobre el techo de la casa: "piensa menos, sueña más, y duerme". Más adelante esos primos, transformados ya en coro de pequeños fallecidos afirmarán: "Ya no sé distinguir entre lo que veo y lo que imagino ver". Las visiones son una forma de interpretar la realidad que da cierta congruencia a todo lo que pasa en la historia. El narrador se plantea el carácter de estas visiones, que en alguna ocasión atribuye al apetito y en otras a la soledad: "A mí no me agrada vivir tan lejos de la gente, puesto que se pasa uno la vida entera viendo visiones. Y lo peor es que jamás se puede decir si son visiones o bien no lo son, pues no hay más absolutamente nadie por todo este sitio. Y únicamente estamos nosotros para verlas". Mas todo cuanto pueda decirse de "Celestino ya antes del alba" son tan solo detalles entresacados de una lectura formidablemente personal. Se trata de una novela de la que es bastante difícil decir algo y afinar en el sentido en que todo lo que pasa es muy interpretable. Su lectura es quizás demasiado bastante difícil, pues el sentido hay que interpretarlo de forma general. Carece de una encadenación de consecuencias y de efectos y de una secuencia creíble, probablemente pues su referencia no es el planeta real, sino crea su planeta falso, con sus reglas, tan extrañas a nuestro planeta real que necesariamente deben chocar. Un libro que no va a dejar indiferente a absolutamente nadie, un libro que se detesta, tanto como se detesta a Celestino ?también por lo ininteligible de su escritura?, o bien se ama. Después de todo, una buena dosis de surrealismo en vena, muy precisa para el planeta pragmático y lógico que nos ha tocado vivir. Un reto para cualquier lector en todas y cada una de sus