Estos últimos veinte años han visto verdecer el interés en las Escrituras. Desde el instante en que la teología neoortodoxa llamó a la iglesia a regresar a una investigación serio del con­tenido de la Sagrada Escritura, se ha despertado más interés en su vida por comprender y aplicar su mensaje a nuestra generación. No obstante, así como este nuevo interés llegó asimismo confusión: ha habido poquísimo pacto entre eruditos cristianos en lo que se refiere a los principios toscos de la interpretación de la Sagrada Escritura Esta con­fusión en el planeta sabio ha tenido un impacto en la vida de toda la iglesia. Nue­stros días semejan ser la era de la “renovación del laico”. Una gran parte de esta reno­vación está asociada con estudios bíblicos en hogares y pequeños conjuntos de her­manos. Bastantes personas hoy día se reúnen para discutir, discutir, y comentar las Escrituras. Con cierta frecuencia caen en diferencias sobre lo que las Sagradas Escrituras desea decir o bien de qué manera debe aplicarse. Esto ha tenido consecuencias poco afortunadas. Para muchos la Sagrada Escritura prosigue siendo un misterio susceptible de muy, muy diferentes interpretaciones. Ciertos aun se han entregado a la desesperación con respecto a su habilidad para localizarle sentido. Para otros la Sagrada Escritura tiene una faz de cera capaz de amoldarse a los intereses particulares del lector. Con demasiada fre­cuencia la conclusión parece que “se puede refererir a las Sagradas Escrituras para probar lo que sea”. ¿Hay alguna salida a esta confusión? ¿Pueden los lectores serios hallar al­gunos principios que los orienten por medio de los puntos de vista problemáticos que escuchan de todas y cada una partes? Estas son ciertas preguntas que este libro se plantea responder. Si bien muchos de los inconvenientes tienen una dimensión sabia, no he sido llevado por el deSeo de implicarme en el discute académico por lo que respecta a la ciencia de la hermenéutica. Mi motivación primordial es más bien la de ofrecer una orientación básica con “sentido común” capaz de asistir a los lectores honestos a estudiar la Biblia de una forma ventajosa. Conforme con el punto de vista de las Sagradas Escrituras acerca de sí, este libro trata de enfatizar el origen y la autoridad divina de la Escritura. Por este motivo he intentado administrar reglas de interpretación que sirvan de contra peso a nuestra habituada tendencia a interpretar la Sagrada Escritura conforme nuestros prejuicios. El libro concluye con un examen de múltiples medios libres para asistir a los estudiantes de las Sagradas Escrituras, así sean principiantes o bien avanzados. Ante todo, me agradaría que este fuera un libro práctico para empleo de los laicos. De verdad, me anima la esperanza de que los cristianos prosigan su estudio de la Escritura y prosigan contribuyendo a la iglesia. Que este libro les resulte un estímulo a perseverar con gozo y al unísono con conocimiento. Debo gratitud a un número de personas que me asistieron en este proyecto. Mi agradecimiento singular a Mary Semach por mecanografiar el manuscrito. Y tam­bién deSeo mentar la ayuda de Stuart Boehmig, quien asistió en las revisiones precisas, y al Prof. David Wells, cuyos consejos fueron realmente útiles en la correc­ción del manuscrito