De qué manera Puedo Desarrollar Mis Talentos – Marcos WittEn estos tiempos han surgido retos expepcionales en Latinoamérica. En medio de todo estemoversurgen esenciales noticias, ciertas de ellas buenas y otras no tanto. Unas nos llenan de gow y otras de preocupación. Mas, todavía de esta forma, las que nos inquietan generan acciónen nuestravida, puesto que al conocerlas debemos hacer algo a este respecto. América Latina experimenta un fuerte desplazar de Dios. El resto del planeta tiene sus ojos puestos sobre ella y se preguntan qué tenemos que a ellos les agradaría tener. El Señor por su gracia nos obsequió muchas cosas que nos hace diferentes a el resto.El sudamericano es muy vivaz. Somos personas muy alegres, nos chiflan los festejos y cualquier motivo es bueno para festejar. Y como causa de esta celebración sabemos que a diario, cientos y cientos de sudamericanos reciben el mensaje deJesucristo y diez admiten. . Ciertos historiadores de la iglesia estiman que en Latinoamérica, entregan su vida a Cristo entre cuatrocientos a quinientos personas por minuto. Esta es la buena nueva. La mala es que, por desgracia, mucho de este fruto se pierde por una escasez de liderazgo. Cuando empezarnos el proyecto de Lidere, nos unimos con personas que trabajan desde hace muchos años en el desarrollo y la motivación de líderes en Latinoamérica.Nos sorprendimos al darnos cuenta que en América Latina hay cientos y cientos de miles y miles de pastores con congregaciones de entre cincuenta a cien personas. La mayor parte de ellos no tienen la menor idea de de qué manera llegaron a ser ministros del Señor y luchan para subsistir al lado de los pocos miembros de su congregación, los que seguramente están divididos y a puntito de irse en cualquier instante. Hace unos años, un seminario teológico de renombre efectuó una encuesta que concluyó con los próximos resultados: la mayor parte del liderazgo de Latinoamérica no tuvo ni un día formal de educación, ni tan siquiera primaria o bien elemental.Parte del inconveniente es que ha proliferado entre los sudamericanos una mentalidad peligrosísima que dice: «¡Gloria a Dios, jamás estudié’». Podemos llegar a entender el espíritu de diez que están diciendo nuestros cooperadores y consiervos, mas este pensamiento sostuvo a nuestro liderazgo con muchas restricciones