Hay una paradójica convergencia de intereses entre los contrincantes del islam y aquellos que desean ser la autoridad en el islam en normalizar el hecho musulmán, reducirlo a una sola lectura, a una sola doctrina, haciendo que, en último término, la voz y las prácticas de la umma (comunidad de fieles) dependan de una jerarquía estatal o bien religiosa. Mas, como señala Abdennur Prado, "el planeta islámico se caracteriza desde sus comienzos por la proliferación de corrientes y de modos de comprender y vivir el islam, tanto a nivel individual como colectivo". En este sentido, El islam como anarquismo místico no es tanto una interpretación suigéneris del anarquismo como una lectura radical y revolucionaria del islam, que no carece de precedentes, basada en un profundo conocimiento de los textos. Sin esconder las diferencias entre la religión islámica y el ateísmo radical del anarquismo, Prado nos enseña que en aspectos como el antiestatismo, la justicia social o bien el apoyo mutuo, los textos del profeta Muhammad o bien de determinados intelectuales islámicos coinciden con la lógica libertaria. La situación de Avempace, el turco sheij Bedreddim o bien Ibn Jaldún, que "antepuso el ideal ético de la ayuda mutua y la colaboración entre los miembros de una comunidad a la obediencia al Estado", pone en relación ciertas fuentes tradicionales del islam con la lógica antiautoritaria y marxista o bien colectivista de la tradición libertaria. En este sentido, cuando el creador nos habla de misticismo o bien de "anarquismo místico", hace referencia a una espiritualidad libre, sin clérigos ni dogmas, que "antepone la experiencia a la creencia", que lejos de abstraerse de la realidad está arraigada a la tierra y a la vida, y que repele cualquier mediación o bien codificación por la parte de la religión instituida. Un texto estricto y que invita a la reflexión