Evaluación sin exámenes. Medios alternativos para revisar el aprendizaje – Jesús M. Nieto Gil En nuestra ya lejana temporada de estudiantes, circulaba una oración no muy exagerada: ¿Quién no tremió? El que no se examinó. Aguantamos algún examen oral público frente a un maestro (los exámenes orales frente a un tribunal ya habían quedado apartados a las oposiciones), nos calmamos algo con los exámenes escritos, menos solemnes, de «preguntas cortas», y vivimos, ya en la universidad, las pruebas «objetivas» de sesenta a ciento veinte preguntas, cada una de ellas con 4, 5 o bien 6 contestaciones sugeridas, de entre las que había que seleccionar la que considerábamos adecuada. En todo caso, era «un mal rato anunciado» al que antecedían maratonianas jornadas de «empolle» del texto o bien de los apuntes pertinentes. La memoria era apoyada en fórmulas mnemotécnicas y en largas tiras de «chuletas». Meridianamente, «ingerir» montones de datos, repetirlos en consecutivas y aburridas lecturas, para volcarlos, con acierto, en la elección de las contestaciones adecuadas, de entre las sugeridas. El sistema de pruebas trimestrales o bien anuales, conducía a estas prácticas antieducativas y lamentables. El examinado se lo jugaba todo, o bien prácticamente todo, en una o bien múltiples horas definitivas. Los exámenes eran (y prosiguen siéndolo) cuñas hincadas en el blando madero de la escolaridad. A estos defectos de medir contenidos memorísticos, de artificialidad, hay que incorporar la escasa (pruebas de contestaciones «cortas») o bien nula (pruebas objetivas) preparación de la contestación por la parte del examinado; ello impedía que este pudiese explicar las relaciones entre los fenómenos estudiados y la aplicación de principios y leyes. El examinado no ejercitaba funciones cognitivas esenciales como la inferencia o bien la síntesis de datos. Las pruebas «objetivas» alardean de objetividad, esto es, que el examinador, ya antes de aplicar la prueba, ha vinculado una puntuación positiva a una o bien más contestaciones sugeridas. El resto contestaciones sugeridas llevan aparejada la puntuación nula o bien negativa. Es esencial eludir el subjetivismo del examinador en el momento de asignar las calificaciones, mas no es lo más definitivo o bien relevante. La precisión del dominio de los conocimientos y las habilidades de sacar partido de esos conocimientos son fundamentales, más todavía que la retención de datos sobre hechos elementales. En frente de la aceptación resignada o bien rebelde de los exámenes por la parte de los examinados, los profesores se entregaban a esta ceremonia tal y como si fuera un mal ineludible. Ellos debían realizar las pruebas, aplicarlas a los pupilos con una vigilancia atenta y no siempre y en toda circunstancia eficiente, y lo peor: tener que corregir y calificar cada una del inacabable mazo de las pruebas. Mas, cualquier discusión sobre sistemas y también instrumentos de evaluación debe partir del hecho incontrovertido de la necesidad de valorar todo proceso de enseñanza y aprendizaje, tanto para el pupilo, sus progenitores, exactamente el mismo enseñante, y la comunidad que mantiene el centro de educación. ¿Son las pruebas objetivas y las de preguntas de contestación corta los únicos instrumentos para la evaluación de pupilos? Indudablemente, no. ¿Ha llegado el momento de desterrar las pruebas y los exámenes? No, en ningún caso, puesto que cumplen su misión con restricciones, mas aportan datos válidos si no se les proporciona carácter de absolutos y terminantes. ¿Sería suficiente con deponer las pruebas y exámenes, dejando que compartan su misión con otros sistemas y géneros de instrumentos de evaluación? Indudablemente, sí. La complementariedad de unos y otros sistemas de evaluación es defendible en el estado actual de desarrollo de la Psicopedagogía. Dar su lugar a los sistemas alternativos de evaluación de pupilos, al lado de los sistemas de prueba de la tradición pedagógica que hemos heredado. Mas —preguntarán algunos—, ¿hay otros sistemas de valorar diferentes a las pruebas y exámenes? Por supuesto que sí. Este libro, cuando menos, procura presentarlos, propagarlos y animar a los profesores de todos y cada uno de los niveles a ensayar y, si resulta conveniente, a adoptar estos géneros de instrumentos de evaluación