Grandes ideas de la ciencia – Isaac Asimov Isaac Asimov, siendo al unísono uno de los más reputados divulgadores científicos de la actualidad y uno de los grandes maestros de la narrativa de ciencia ficción, que sin abandonar ni a un ápice al rigor científico, transforma las más claras y precisas explicaciones en algo tan entretenido y sugestivo como el mejor relato. En este conjunto de artículos, engloba una extensa gama de grandes ideas que impulsaron el desarrollo de la ciencia, hasta lo que conocemos el día de hoy. Nos narra, por servirnos de un ejemplo, de qué forma Semejantes de Mileto se pregunta ¿De qué está compuesto el cosmos? Y a esta pregunta, tan esencial, le dio una solución falsa: «Todas las cosas son agua». La idea, aparte de incorrecta, tampoco era original totalmente. Mas todavía de esta manera es uno de los enunciados más esenciales en la historia de la ciencia, pues sin él, o bien otro equivalente, no habría ni tan siquiera lo que el día de hoy comprendemos por «ciencia». La relevancia de la solución que dio Semejantes se nos va a hacer clara si examinamos de qué manera llegó a ella. A absolutamente nadie le sorprenderá saber que este hombre que afirmó que todas y cada una de las cosas eran agua vivía en un puerto de mar. Mileto, que de esta manera se llamaba la urbe, estaba ubicada en la costa oriental del Mar Egeo, que el día de hoy pertenece a Turquía. Mileto ya no existe, mas en el año seiscientos A. de C. era la urbe más próspera del planeta de habla griega. Al filo del litoral No es impensable que Semejantes reflexionase sobre la naturaleza del cosmos al filo del mar, con la mirada fija en el Egeo. Sabía que este se abría cara el sur en otro mar más grande, al que el día de hoy llamamos Mediterráneo, y que se extendía cientos y cientos de millas cara el Oeste. El Mediterráneo pasaba por un angosto estrecho (el de Gibraltar), observado por 2 peñones rocosos que los helenos llamaban las Columnas de Hércules. Alén de las Columnas de Hércules había un océano (el Atlántico), y los helenos pensaban que esta masa de agua rodeaba los continentes de la Tierra por todos lados. El continente, la tierra firme, tenía, conforme Semejantes, la manera de un disco de ciertos miles y miles de millas de diámetro, flotando en la mitad de un océano infinito. Mas tampoco ignoraba que el continente propiamente dicho estaba atravesado por las aguas. Había ríos que lo cruzaban, lagos esparcidos acá y allí y manantiales que brotaban de sus supones. El agua se secaba y desaparecía en el aire, para transformarse entonces otra vez en agua y caer en forma de lluvia. Había agua arriba, abajo y por todos lados