Ingeniería del Comportamiento: Aplicaciones clínicas y educativas – William Montgomery UrdayExisten referencias a un enfoque ingenieril del comportamiento, tanto en sus acepciones individuales (construcción de una conducta) como sociales (construcción de una comunidad), desde la década del cuarenta. Por poner un ejemplo en Walden 2 (Skinner, mil novecientos ochenta y cinco, trad. esp.) hay múltiples alusiones explícitas a ello, siempre y en toda circunstancia remarcando sus aspectos científicos. No obstante, ya la obra de Watson (mil novecientos sesenta y uno, trad. esp.) obviamente estaba dedicada a probar la eficiencia de tal enfoque para la solución de los inconvenientes humanos, eminentemente clínicos, educativos, y, en menor medida, sociales.Eso prueba que la expresión “ingeniería de la conducta” es relevante a la intención behaviorista de revolucionar la sicología aplicada, y sorprende que no se haya popularizado más, ni tan siquiera al interior del análisis experimental del comportamiento (modalidad operante), que, como se sabe, le dio su primer “bautizo” y sistematización formal (Homme, Nothingham, Polo y Homme, mil novecientos setenta y siete, trad. esp.). Vargas (mil novecientos setenta y nueve), entre otros muchos, prefiere el término en referencia: a) por ser neutral (no connota algún género de tecnología conductista y para conductista de manera especial, sino más bien toda); b) la denominación contrincante, la “modificación de conducta”, sugiere una tecnología y un proceso sistemático de cambio, mas este realmente no ocurre “ni es de desear”. Implica el resultado de un esmero ya antes que un género de acción, oscureciendo la distinción entre proceso y también pretensiones. Eso, conforme tal argumento, se evita llamando ingeniería conductual o bien del comportamiento a la acción interventora