La Garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas Alonso de Castillo Solórzano Novela barroca del Siglo de Oro del de España Alonso de Castillo Solórzano (quince millones ochocientos cuarenta y mil seiscientos cuarenta y ocho?) uno de los novelistas más ocurrentes del Siglo XVII. Cultiva el retrato breve con maestría inmejorable y es además de esto autor de 4 interesantes obras picarescas en las que se introducen muchos elementos que proceden de la novela italiana cortesana. Estamos asistiendo a la desintegración del género, a la lenta difuminación de los límites que lo apartan de otras obras literarias. Todavía de este modo, aún preservan sus novelas el tono picaresco, si bien la finalidad moralizante ha quedado atrás. En mil seiscientos treinta y siete había publicado su novela Aventuras del bachiller Trapaza, quinta esencia de mentirosos y profesor de embelecadores, en que relata las andaduras de Hernando o bien Fernando, estudiante en Alcalá, zorrillo en Andalucía, estafador itinerante y galeote al final, traicionado por su amada Estefanía. Zorrillo simpático que domina maravillosamente el arte de tramar embustes. En mil seiscientos cuarenta y dos publicó su segunda parte, titulada La garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas. De mayor aliento que las Aventuras del bachiller Trapaza, tiene como protagonista a Rufina, hija de Trapaza, aventurera sin escrúpulos que, tras mentir a muchos hombres, se casa con un bellaco llamado Jaime y termina sus días honestamente en Zaragoza. Ayuna prácticamente de sermones morales, esta novela, contada en tercera persona, con una diversidad de planos que presta al género mayores posibilidades que la narración en primera persona, exhibe un lenguaje veloz y suasorio. Como nos afirma el creador en su primer capítulo: «El tema de este libro es llamar a una mujer Garduña por haber nacido con la inclinación de este animal de quien hemos tratado; fue joven libre y ligera, hija de progenitores que, cuando le faltasen a su crianza, eran de semejantes costumbres que no enmendaran las degeneradas que su hija tenía.Salió muy de conformidad con sus progenitores, con inclinación traviesa, con libertad demasiada y con despejo audaz.Corrió en su juventud con desmandada osadía,dada a tan proterva inclinación, que no había bolsa reclusa ni caudal guardado contra las ganzúas de sus precauciones y llaves maestras de sus astucias». Se intercalan 3 novelas cortas: Quien todo lo quiere todo lo pierde, El conde de las legumbres y A lo que fuerza el honor. Para resumir, Castillo Solórzano se independiza de la hasta ese momento trillada autobiografía del zorrillo, modelando una prácticamente perfecta narrativa, con un moderno cauce, en que la ficción, desprovista de formas toscas, consigue sobreponerse a un excesivo realismo. A Castillo Solórzano se le debe la consagración terminante del protagonista femenino en el género; 3 de sus novelas picarescas tienen por personaje central a una mujer: Las harpías de la villa de Madrid (mil seiscientos treinta y uno) es la menos conseguida de ellas; mas La pequeña de los embustes (mil seiscientos treinta y dos) y La garduña de Sevilla (mil seiscientos cuarenta y dos) —cuyas protagonistas son, respectivamente, Teresa de Manzanares y Rufina— se cuentan entre las novelas picarescas destacables en este siglo XVII. Es considerada por ciertos como el libro menos picaresco de este autor, mas quizás su pieza maestra. En la presente edición se han mantenido las reglas ortográficas y división de la narración de la edición de mil ochocientos ochenta y siete, desde la como se ha efectuado esta. Se han incluido las imágemes de los grabados de D. Calisto Ortega y dibujados por D. Antonio Bravo, de la edición de la Viuda de Jordán é hijos, la villa de Madrid, mil ochocientos cuarenta y cuatro. En la edición de Sebastian de Cormellas Comerciante, Barna, mil seiscientos cuarenta y cuatro, la narración se dividía en cuatro libros. En la edición de mil ochocientos cuarenta y cuatro se alteró la división de la narración en veinte episodios, a fin "de darle pero interés y eludir el cansancio que de manera regular causa una lectura seguida". Esta división se sostuvo en la edición de mil ochocientos ochenta y siete y, por ende, es esta. Más tarde, en la de ediciones de "La lectura", la capital de España, mil novecientos veintidos, se recobró la original división inicial en "libros". A través de una imagen de la página de la edición de mil seiscientos cuarenta y cuatro, intercalada entre laso en una nota, se apunta la división en libros en esta edición