Frente al estallido de la I Guerra Mundial, las figuras de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht se distinguían como una luz en la obscuridad en frente de la vergonzosa actuación de la mayor parte de líderes del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) que apoyaron los créditos de guerra. Exactamente en su condición de internacionalistas, tanto Rosa como Liebknecht, entendían que la revolución alemana era un factor de enorme relevancia a fin de que la revolución rusa pudiese dar pasos adelante en la construcción del socialismo y de ahí la emergencia del triunfo de la clase obrera alemana. En las calles de Berlín estaba en juego nada más y nada menos que el futuro de la clase obrera internacional, el éxito o bien el descalabro de la labor iniciada años ya antes por los trabajadores en Rusia. En La revolución alemana de ciento noventa y mil ochocientos diecinueve, hallamos un genial testimonio de la contradicción entre la grandiosidad del proceso revolucionario que ensayó Alemania en mil novecientos dieciocho y los fallos de la dirección que llevaron a su descalabro. Además de esto, este libro incluye una serie de textos que trazan meridianamente los debates que se dieron en el congreso de la Liga Espartaquista que se empezó el treinta de diciembre de mil novecientos dieciocho. Podemos leer sus debates sobre cuestiones esenciales como la política sindical, el papel de los sindicatos y la caracterización de las luchas obreras en ese periodo en Alemania o bien la orientación práctica de la vanguardia obrera cara los encargados revolucionarios. Si bien uno de los puntos primordiales de polémica fue la cuestión de la reunión constituyente y la participación o bien no en las elecciones. Otra polémica fue la orientación de la Liga Espartaquista. Rosa Luxemburgo en mil novecientos dieciocho insistió en que la capacitación del KPD (Partido Marxista Alemán) era todavía prematura y que la Liga debía continuar trabajando en el Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania (USPD escisión de izquierdas del SPD) que reunía a un buen número de trabajadores y jóvenes radicalizados susceptibles de ser ganados para el programa del marxismo. Mas pese a estas advertencias, acabó imponiéndose la impaciencia y las tendencias ultraizquierdistas de un ámbito de la militancia (los marxistas de izquierda del IKD). Por último se formó el KPD y con esto se renunció a conquistar la mayor parte dentro del USPD. El libro incluye otra serie de textos esenciales como los últimos artículos escritos por Rosa Luxemburgo ya antes de su muerte, El orden reina en Berlín, y por Karl Liebknecht, ¡Pese a todo! Todos estos artículos se complementan con el Manifiesto del Partido Marxista Alemán, y una serie de apéndices que son los artículos de Karl Radek, Romain Rolland y Hermann Dunker escritos tras el asesinato de Luxemburgo y Liebknecht en los que se destaca el significado político y también histórico de estos 2 grandes revolucionarios