La última abadesa es una novela histórica donde todas y cada una de las pasiones humanas tienen su mejor exponente. Intrigas políticas, ambiciones desaforadas, atrocidades inútiles, traiciones y amor hallan cabida en una temporada vital para la historia de Cataluña. Una obra donde se muestra de qué manera se destroza a una mujer únicamente por ser eso: mujer, emprendedora y también inteligente. Al concluir el siglo X, Ingilberga, hija bastarda del conde de Besalú y Cerdaña, Oliba Cabreta, es nombrada abadesa de Sant Joan Bautista de Ter (hoy día Sant Joan de las Abadesas, ayuntamiento de Gerona), abadía benedictina fundada por Wifredo el Pilos o bien el Velludo, para su hija Ema. Ingilberga, continuando la obra de sus predecesoras, engrandece el patrimonio de la abadía y repuebla de manera exitosa el val del Sant Joan, que llega a tener más de mil habitantes en los principios del siglo XI, lo que atrae la envidia de sus hermanastros, sobre todo, de Bernat Tallaferro, quien, empeñado en lograr un obispado para el Condado de Besalú, pone los ojos en la abadía de Sant Joan. Persuadido que ese rico patrimonio va a hacer que el Papa se incline a concederle el obispado para su hijo segundo, empeña su vida en lograr ese objetivo: apropiarse de la abadía y sus fantásticas riquezas. Al paso que Ingilberga prosigue engrandeciendo la abadía y se defiende con empeño y tenacidad, su hermanastro despilfarra su patrimonio y esquilma a los pageses en pos de voluntades que apoyen su proyecto. En esta virulenta confrontación cada personaje pone de manifiesto sus instintos y cualidades. Es el combate de la avaricia de una parte contra la honestidad por la otra. Este es un recorrido por el final del siglo X y principios del XI, donde los hombres más esenciales de la llamada "Marca Hispánica", el día de hoy Cataluña, se muestran con su crueldad. Para colmo de males, todos son de exactamente la misma familia. Con una profunda ambientación histórica y costumbrista, los personajes, la mayor parte reales, muestran al desnudo sus ánimas y sus vidas, enfrentamientos, envidias, amores, ambiciones, filias y fobias, todo en un periodo de beligerantes relaciones con el Califato de Córdoba en sus últimos estertores ya antes de su terminante desaparición al disgresarse en los Reinos de Taifas. La novela pone de manifiesto asimismo el menosprecio de los condes por el pueblo liso, la explotación de las gentes de la manera más degradante. Es lo que lleva sin antídoto al nacimiento del conocido y popular mito del conde Arnau, una sutil venganza del pueblo contra esos nobles que lo oprimieron