La voz: su educación y empleo adecuado Elena G. de White La educación formal de Ellen G. White acabó cuando tenía únicamente 9 años de edad, de forma que jamás tuvo el privilegio de estudiar bajo la tutela de profesionales del arte de charlar o bien de voz de sus días. Sin embargo, instruida por el Señor, llegó a ser una de las más señaladas predicadoras norteamericanas. A lo largo de más de setenta años, y mucho ya antes que existiesen los micrófonos y los sistemas de amplificación, charlaba ante grandes concurrencias de hasta veinte personas. Siempre y en toda circunstancia lista a charlar, singularmente sobre el tema de la temperancia, declaró: “Cuando se me solicita que hable sobre temperancia, jamás vacilo en hacerlo”. —Manuscrito treinta y uno, mil novecientos once. En determinada ocasión debió presentar una charla de noventa minutos, sobre la temperancia, ante cinco mil personas, en Battle Creek, Míchigan. Charló en el municipio de Haverhill, Massachusetts; en una prisión en Salem, Oregon; en una plataforma improvisada formada por mesas, en un bar de Noruega; y en asambleas al aire libre, en iglesias, salones, y carpas, en 3 continentes. Continuamente se demandaba su presencia en congresos campestres de la Iglesia Adventista. Fue una poderosa evangelista. En el Apéndice hallará ciertas reacciones de su audiencia. Si sus libros no existiesen, indudablemente Ellen G. White sería recordada el día de hoy por su ministerio público. Mas hizo más que predicar: fue una escritora fecunda. En nuestros días unos setenta libros llevan su firma. Prácticamente todos sus libros se han vendido por decenas y decenas de miles, y ciertos, hastas por millones de ejemplares. La presente obra se une a esta larga lista de éxitos de librería. Va a ser bienvenida por ministros, reverendos, músicos y todos los que se preocupan singularmente por el empleo de la voz. Los consejos publicados acá son dados por Dios; son completamente dignos de confianza. Publicamos este libro con la oración de que sea una bendición, para los que tratan de prosperar el talento de la voz para la gloria de Dios, y beneficio de la humanidad. Los Fideicomisarios del Patrimonio White