Las 2 mitades de Jacob Riis, volumen I – Rebeca Romero Escrivá Una investigación comparativo de su obra literaria y fotográfica En una fría mañana de enero de dos mil trece, empapado por la atmosfera con que Rebeca Romero Escrivá había sabido teñir el boceto de estas paseé por el Lower East Side de un N. York helado para visitar el Tenement Museum en el número ciento tres de Orchard Street. Hallé un modelo prácticamente en miniatura, propio de casa de muñecas, de lo que otrora habían sido las conocidas residencias de vecindad con que tropezó su mirada, primero desnuda, entonces vestida por una cámara y una pluma, la de Jacob Riis, ese inmigrante danés que llegó a ser (fatal y al unísono magnífico signo de los U.S.A.) tan americano. Los muSeos tienen algo de sagrado: transubstancian el pasado, lo dignifican, lo subliman. Su visita es ritual, sin dejar por esta razón de ser informativa. En el corazón del Tenement Museum, en su breve librería, en los carteles que lo anunciaban y entre los labios de la guía que nos paseaba por esos interiores cuyos techos opresivos conminaban con caerse sobre nuestras cabezas, sin asomo de luz, mas, eso sí, esterilizados por siempre, una figura, un distintivo, resplandecía: Jacob Riis. Un libro de fotografías y textos coronaba el oropel compuesto en plena (y espinosa) transcendencia de la miseria: How the Other Haf Lives (De qué forma vive la otra mitad). Sabemos que los muSeos aduermen al paso que evocan; recrean los enfrentamientos del pasado paralelamente (y ¿quién sabe si en exactamente el mismo ademán?) a como se erigen en lugares de memoria. Es duro decidir el día de hoy si las demandas de Jacob Riis sobre la miseria infantil o bien el slum de estos edificios de inmigrantes en el o bien la N. York a fines del s. XIX forman una paradójica reivindicación de la demanda o bien una asunción de que la autocrítica nos ha hecho, hoy día, más justos que nuestros predecesores. No obstante, cuanto despliegan los muSeos en la visitación del pasado, reuniendo educativa ejemplaridad y curiosidad exótica, la investigación acepta la labor de sostenerlo inexorablemente, apoyándose en datos meticulosos. Lo practica con su bisturí afilado, que resulta, con todo, inapreciable para los turistas, y incluso para ciudadanos mínimamente ilustrados. Penetrar quirúrgicamente entre las carnes de lo que a la par oculta y exhibe el nombre de Jacob Riis es exactamente el empeño de Rebeca Romero en este libro. Abandonemos, puesto que, las metáforas y llamemos a esta cirugía por su nombre: historia. Riis fue un jalón en la historia del periodismo de Norteamérica, incardinado en la aún breve tradición muckraker, pero fue asimismo un fotógrafo vanguardista, desencadenante —según reza la tradición— de la muy larga escuela del reporterismo moderno; no en menor medida, se comportó como un reformista de forma profunda enraizado en las convicciones fundacionales de América, en la creencia de su misión social y responsabilidad humana cara sus conciudadanos. Cada una de esas facetas tiene una diacronía, unos precedentes, implica una lectura y también interpretación de los referentes o bien, dicho en palabras breves, una literatura, en el sentido original que tiene este término, una letra dura, que, lejos de disolverse en palabrería, tiene la fuerza performativa de la palabra bíblica: Words with Power, como afirmó Northrop Frye