Espectros Paul Auster Novela corta del autor de Norteamérica, escrita poco más tarde de su precursora en la Trilogía de la ciudad de Nueva York –City of Glass es de mil novecientos ochenta y cinco y Ghosts de mil novecientos ochenta y seis y con la que guarda muchos puntos en común: una historia de género negro atípica; la metrópolis neoyorquina como telón de fondo; pocos personajes en una trama que empieza de forma simple y que va complicándose con el paso de las protagonistas al borde tanto de su cordura como de su identidad existencial; historias en historias en forma de anécdotas, recuerdos o bien experiencias de los propios protagonistas del relato, uno de los que siempre y en toda circunstancia va a ser de profesión escritor. Estos y otros rasgos bien pueden valer para delimitar el estilo que tenía Auster en sus principios como prosista. Además de los 2 primeros volúmenes de la Trilogía solo he leído del autor su siguiente novela Leviatán, donde se pueden estimar meridianamente muchos de los aspectos enumerados más arriba, aunque la trama me pareció considerablemente más elaborada que en Espectros, por poner un ejemplo. Auster relata este relato de forma seguida, sin utilizar episodios ni saltos temporales, tan solo interrumpe la acción lineal cuando algún personaje recuerda alguna historia o bien la comparte con alguno de sus allegados. Aprovecha Auster esto para ilustrarnos con la construcción del puente de Brooklyn y de qué forma acabaron sus creadores; con los paSeos de Walt Whitman por cierta calle y sus encuentros con otros escritores famosos; o bien con el razonamiento de un tradicional del cine negro, Retorno al pasado, con el enorme Robert Mitchum a la cabeza del reparto. El punto de vista es el omnisapiente sobre el protagonista, de manera que tanto las acciones del personaje llamado Azul como sus pensamientos nos son revelados, mas no los del resto participantes.Situada la novela en mil novecientos cuarenta y siete, Azul es un detective a la antigua usanza. Ya antes trabaja con Castaño, profesor y compañero, mas ahora se halla solo. Su próximo caso consiste en situarse en un piso en la Calle Naranja –estrechamente ligada al versista convocado previamente y mantener una angosta vigilancia sobre Negro. Cada semana va a deber dar un informe completo a nombre de Blanco, su auténtico cliente del servicio. Conforme los meses van pasando, Azul se marcha dando cuenta de que realmente Negro no hace nada, solo escribe en su habitación y que con el tiempo mismo está comenzando a desaparecer como persona, a mudar completamente por culpa de un caso al que no encuentra explicación alguna. Cuando decida hacer empleo de sus habilidades con el disfraz para confrontar a Negro, empezará una serie de encuentros casuales que le van a llevar a un resultado fatal.De forma algo confusa se plantea un juego de colores no solo en el nombre de los protagonistas, sino más bien en el momento de describir las estaciones del año, los tonos de la enorme urbe o bien salpicar las narraciones ya antes citadas con alguno de estos colores. No tengo ni la más mínima idea si hay algo más tras el empleo de tan singulares nombres, cuando menos no he sido capaz de darme cuenta. La trama detectivesca es bien simple, un caso de vigilancia extrema, donde el investigador privado de nombre Azul se mete tan vehementemente que deja su vieja vida atrás e inclusive cuando comienza a intuir lo que puede llegar a pasar, le resulta plenamente imposible recular, tanto ha alterado su espíritu. Debo reconocer que la novela de Auster me capturó por completo y debido a su corta extensión y la inexistencia de interrupciones en el relato, la terminé de un tirón. Y es que los juegos detectivescos planteados son apasionantes y por lo menos intrigantes. ¿Qué se halla tras el empleo de los colores como nombres propios? ¿Tiene algo que ver con el caso en sí? ¿Es Azul el vigilante o bien el observado? Estas y otras preguntas me tuvieron cogido a lo largo de unas pocas horas al personal cosmos del escritor, si bien debo confesar que gocé considerablemente más Urbe de cristal, tal vez pues fui capaz de comprenderla mejor, con singular atención a todo el juego metalingüístico que allá había y que estoy seguro que asimismo existe en Espectros, solo que no he sido capaz de verlo tan meridianamente.